La relación dialógica
El pensamiento es logos. Es logos en el sentido de razón, y a la vez en el sentido de palabra. Toda palabra es racional, toda razón es simbólica. Y es cierto que podemos pensar si decir nada. Esto nos induce a creer que el logos como palabra es una función enteramente distinta del logos como razón, o pensamiento, o entendimiento. Según esto, los pensamientos pueden ser expresados o no, pero la expresión misma no es parte constitutiva del pensar. La expresión se añadiría per accidens al pensamiento.
Pero el término de la acción designada por este verbo transitivo no es solamente el objeto pensado por el sujeto, sino el otro sujeto, la persona en general a quien se comunica, o puede comunicarse, lo pensado. Sin este interlocutor posible, los términos en que se articula el pensamiento carecerían de significado. [Incluso este proceso de comunicación es interno en el sujeto. Nicol no se refiere únicamente al interlocutor externo (otro individuo)], sino al pensamiento mismo del sujeto, el yo [interno]. Dicho de otra manera: los términos no se aplican a las cosas para comunicar un pensamiento formado por un informarse aisladamente; sin cooperación de los símbolos [la palabra] no puede formarse o articularse pensamiento alguno, de suerte que el “puro” pensar implica ya los términos comunicativos. Todo logos es dialógico.
Aparte del diálogo interior “del alma consigo misma”, como dice Platón, veremos enseguida que la existencia de un otro en general es condición de posibilidad del pensamiento. Pensar es ejercitar el logos, y todo logos es expresión. El logos implica siempre a la vez una intención comunicativa y un contenido significativo. [Por una parte, es la necesidad de decir algo para que el otro lo comprenda]. Y significar no es otra cosa que mentar un objeto cualquiera con un símbolo verbal que permite reconocerlo o identificarlo dialógicamente. El pensamiento, pues, no es una facultad solitaria y privada del sujeto, sino una unción comunicativa; es la acción misma de entender —y darse a entender—, la cual presupone siempre un interlocutor en general. El entender es una acción transitiva. Un mensaje en el que se habla de algo que nadie puede entender no es un mensaje significativo.
Un significado es inteligible (susceptible de ser entendido) cuando el símbolo que la constituye es comprensible dialógicamente, o sea, cuando tiene la virtud de hacer patente de manera efectiva al otro sujeto la realidad objetiva mentada por el sujeto que la piensa, y que la expone en la expresión.
Fuente: Teoría del conocimiento de la facultad de contaduría y administración, UNAM.