La revolución descolonizadora en la Nueva España de 1808 a 1821
Con el pretexto de enfrentar el bloqueo marítimo de Inglaterra en su lucha por obtener la supremacía política y económica de Europa, las fuerzas de Napoleón Bonaparte entran a la península Ibérica a partir de octubre de 1807, puesto que el imperio Español era aliado de Francia desde 1796. En febrero de 1808, las fuerzas francesas toman bajo su control las principales ciudades y puertos españoles revelando con esto que sus intenciones verdaderas eran invadir y controlar el imperio Español.
El ministro Godoy sugiere al monarca Carlos IV y a la familia real trasladarse a Sevilla para tener la posibilidad de ir a las colonias americanas en caso de necesidad. Pero la maniobra es descubierta por el pueblo, él se siente traicionado por lo cual realiza motines para exigir la destitución de Godoy en un primer momento; posteriormente el monarca abdica en favor de su hijo Fernando VII el 19 de marzo de ese año.
Carlos IV firma un decreto que anula su abdicación al trono del imperio, pero Fernando VII no desea dejar el poder. Por lo cual, ambos solicitan apoyo político a Napoleón para su reconocimiento como legítimo monarca español y se trasladan a la ciudad fronteriza de Bayona a entrevistarse con el monarca francés a finales del mes de abril.
El 10 de mayo de 1808 Napoleón cede el trono de España y de sus colonias a su hermano José. Ante tales acontecimientos se inicia el 2 de mayo una revuelta popular en toda la península repudiando a los franceses.
Dicha revuelta fue brutalmente reprimida por las milicias bonapartistas, pero surgió un movimiento de guerrilla por toda España que se mantuvo activo hasta 1813 cuando lo franceses abandonan la península.
Durante este periodo surgieron numerosas juntas provisionales con la finalidad de ejercer el poder político y guardar la soberanía en ausencia del monarca legítimo Fernando VII que se encontraba en Francia. Sin proponérselo, tales juntas poco a poco van poniendo en práctica los principios de la ilustración francesa con respecto a la forma de gobierno.
A su llegada a la Nueva España noticias referentes a los hechos anteriormente descritos y a la heroica resistencia popular a la invasión francesa iniciada el 2 de Mayo de 1808, se originó una efervescencia política de gran envergadura en todos los grupos novohispanos.
Los criollos y mestizos que ocupaban la posición intermedia en la pirámide social de la Nueva España perciben la situación como el momento propicio para formar un movimiento que les permita acceder a las posiciones de poder económico y político que le han negado los grupos conservadores y el Estado español por tanto tiempo. Mediante el reconocimiento de que la soberanía de la Nueva España, al no encontrarse el monarca español legítimo en posibilidad de ejercer su derecho a gobernar, recaía en el virrey (el cual no dependía de ninguna potencia extranjera), y en el ayuntamiento o cabildo de la ciudad de México, con lo cual, se ponía en acción la independencia de la Nueva España.
Los criollos ilustrados agrupados en el ayuntamiento de la Ciudad de México, encabezados por Francisco Primo de Verdad, Francisco Azcárate y Jacobo de Villaurrutia, al saber que tanto Carlos IV como Femando VII renunciaron al trono español en favor de Bonaparte, propusieron al virrey José de Iturrigaray, el 5 de agosto de 1808, que convocara una junta de ciudadanos dirigida por el virrey para que asumiera el gobierno, puesto que cuando el rey se ve imposibilitado de ejercer el poder, la nación vuelve a tener la soberanía hasta que se restablezca el monarca legítimo.
El cabildo fue el organismo originario y el más representativo de la comunidad que dio origen al reino de España.
Los peninsulares como los criollos allegados a la corona y que ocupaban los puestos más importantes dentro de la estructura de la administración pública, de la milicia y el clero, así como el sector de la economía extema, se opusieron al proyecto presentado por el cabildo de la Ciudad de México al considerar que expresaba el paso previo a la independencia, pero sobre todo que dicho proyecto posibilitaba la transformación política en la cual estos grupos serían afectados seriamente en sus intereses.
El virrey manifestó interés por la postura del ayuntamiento e incluso estaba de acuerdo en convocar un Congreso Nacional, con la representación de todos los cabildos, puesto que salía favorecido en sus intereses.
El 15 de septiembre de 1808 los partidarios del ayuntamiento asaltaron la residencia de Iturrigaray, tomando preso a éste y a su familia. Al mismo tiempo fueron aprehendidos los licenciados Primo de Verdad y Azcárate así como el fraile Melchor de Talamantes, quien había planteado mediante radicales escritos que el congreso era el primer paso hacia la independencia de España y del absolutismo. En esa misma noche es designado como virrey el militar Pedro de Garibay.
José de Iturrigaray fue conducido a la Inquisición y posteriormente embarcado rumbo a la metrópoli, donde se le procesó jurídicamente. Fray Melchor de Talamantes fue trasladado a la prisión de San Juan de Ulúa, en donde pereció cuando iba ser deportado a España, y Primo de Verdad murió en condiciones poco claras cuando se encontraba en prisión.
En 1809 fue sustituido Garibay por el arzobispo Francisco Javier Lizana, quien a su vez fue sustituido por Francisco Xavier Venegas a mediados del año de 1810. Garibay, Lizana y Venegas gobernaron con mano fuerte a fin de cortar de raíz todo intento de independencia e inclusive de reformas que afectaran la paz y el orden tradicional de la colonia.