La voz
Preocupados principalmente por la composición y significado de nuestros mensajes, olvidamos con frecuencia su aspecto material, es decir, la realidad de nuestra expresión oral. En nuestra habla cotidiana nos cuidamos muy poco en que pronunciamos nuestras palabras, entonamos frases y emitimos la voz. Lo hacemos mecánicamente sin atender muchas veces las posibilidades y consecuencias expresivas que ello representa.
Es asombroso ver como es decisivo que puede ser para una comunicación efectiva el registro y la tesitura d una voz, la claridad aclaratoria, las modulaciones juntas en volumen, la intensidad y el ritmo de hablar, así como la riqueza y mesura de inflexiones en la entonación, estos elementos afectan no solo el grado de elegancia y gracia que puede adquirir nuestra expresión, si no también su fuerza de convencimiento, su poder para captar la atención de los oyentes y su plena inteligibilidad.
La sustancia primordial del habla es el aire, una mala respiración entrecortada o incompleta provoca hablar tembloroso, precipitado y arrítmico. A falta de habito respiratorio saludable nos ocurre que al hablar perdemos prematuramente el aliento a la mitad de las fases, que nuestras cuerdas vocales se vean se vean precisadas a trabajar con una tensión extremada y que nuestra secuencia de emisión resulte lamentable.
Para eliminar estas y otras manías o impropiedades en nuestra expresión no valdría la pena considerablemente los siguientes consejos:
– Respirar honda y lentamente antes de tomar la palabra.
– Pronunciar siempre con energía y firmeza, pero sin exageraciones que desvirtúen el carácter propio de cada sonido.
– Estar atentos a nuestra emisión y modular suavemente sus cambios de volumen y su velocidad.
– No forzar nunca la, garganta al hablar.
– Ensayar en privado las distintas entonaciones que podemos darle a una misma frase.
– Leer en voz alta, modulando intencionalmente nuestra emisión de acuerdo al significado y propósitos comunicativos del texto.
– Grabar nuestra voz escuchar con atención y en actitud critica el modo en que suenan nuestros enunciados, analizando los efectos que al oído produce nuestra emisión.
Fuente: Apunte de Comunicación Administrativa del Instituto Tecnológico de la Paz