Las nuevas vacunas recombinantes
La primera vacuna frente a la hepatitis B fue obtenida a partir de plasma de portadores de la enfermedad, esto involucra dos problemas: el primero de ellos es que la obtención de grandes cantidades de plasma de pacientes es sumamente complicado y desgastante para los propios enfermos; el segundo problema es que el momento de la aprobación de esta vacuna coincidió con la aparición del SIDA, por lo cual todos los productos derivados de plasma humano pasaron a ser considerados potencialmente peligrosos.
Un problema en la producción a gran escala de vacunas es que existen microbios que no pueden cultivarse o que se cultivan con dificultad de manera que se aumentan los costos y disminuyen la viabilidad de la producción de las vacunas.
En la actualidad se emplea tecnología genética para transferir genes de diferentes moléculas que pueden producir respuesta inmune (antígenos) en organismos de fácil crecimiento como bacterias, por ello el nombre de recombinantes, por la combinación de genes en dos organismos diferentes el gen de interés del agente patógeno y los genes de la bacteria.
Esta posibilidad rápidamente encontró una aplicación en la vacuna contra el virus de la hepatitis B (VHB), en donde se purifican partículas virales carentes del material genético del virus lo que involucra que no es capaz de producir infección o daño. El sistema de producción se desarrolló en levaduras de la especie Saccharomyces cerevisiae (Valenzuela 1982) en las que se optimizó el cultivo, la expresión de la proteína viral así como la purificación de la misma. En la actualidad las fuentes del antígeno plasmático han sido sustituidas por fuentes recombinantes en vez de usar el plasma sanguíneo de pacientes infectados. La vacuna obtuvo el permiso en 1986 y se creó así la primer vacuna recombinante, esta vacuna es reconocida además por su capacidad para prevenir el cáncer hepático resultante de la presencia del virus en el individuo.
Aunque esta nueva posibilidad es de muy reciente hechura, ya existe otra vacuna recombinante contra el mal de Lyme y se espera que en los siguientes años se desarrollen vacunas contra la hepatitis C, el SIDA y algunos tipos de cáncer.
Las ventajas de este tipo de vacuna es que puede inducirse a las bacterias recombinantes a que aumenten la producción de las proteínas deseadas facilitando así la purificación del antígeno recombinante. Además, estas proteínas recombinantes mucho más seguras ya que no hay posibilidad de contaminación con los elementos que brindan la facultad de iniciar la enfermedad.
Sumándose a estas ventajas tenemos otra que resulta muy interesante, ya que existe la posibilidad de hacer que la administración de estas vacunas se realice vía diferentes mucosas empleándose los portadores adecuados de la vacuna (vectores), entre los que se han propuesto bichos muertos que no sean de tipo tóxico(bacterias y virus), bacterias disfrazadas del “bicho malo” en cuestión , partículas de materiales sintéticos cubiertas con la vacuna e incluso plantas transgénicas que puedan simplemente ser ingeridas.
Para lograr que estas vacunas pasen de ser meros pasatiempos de biólogos y aficionados a terapias exitosas, deben tomarse en cuenta las diferentes variables que deben optimizarse tanto en los sistemas de producción como en los vectores de entrega.
Fuente: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.