Lectura
Hoy en la sociedad de la información, pautada por los intangibles del conocimiento, se necesita en las escuelas y universidades maestros(as) y estudiantes con tres principios programáticos: a) Lectores (que aprendan a leer oportunamente y que establezcan el hábito permanente de la lectura); b) Escritores (que conozcan las reglas de la gramática, ortografía y sintaxis, y que además tengan el hábito de escribir en algún género); y c) Pensadores (con capacidad crítica y lógica para analizar y decidir sobre algún hecho o suceso circunstancial de su vida).
La lectura es la base metodológica para enriquecer el caudal de información mental; en la medida que más se lee: se adquiere más vocabulario, se amplía la capacidad cultural y se fortalecen los conocimientos para producir nuevas ideas.
El hábito de lectura –como base para la escritura y el pensamiento crítico- no se adquiere por arte de magia, ni cuando uno llega a la universidad; es importante señalar que esta buena y necesaria costumbre se configura en la etapa pre- escolar, cuando el niño (a) comienza a desarrollar su proceso lúdico de socialización; desde esta perspectiva, un juguete importante son los libros para párvulos, o bien que el padre o la madre le lean a los niños (as) cuentos e historias; esto significa que la lectura tiene que ser parte importante del proceso lúdico, y que no se vea como una actividad escolarizante a partir de primer grado.
Los docentes deben reforzar estas actividades con estratégias didácticas y pedagógicas creativas; a nivel de parvularia, elaborando artesanalmente pequeños libros con páginas e imágenes para colorear; a nivel de básica fomentando la lectura de acuerdo a los intereses de los estudiantes (no imponiéndoles lecturas aburridas); a nivel de educación media consolidando el hábito con clásicos y novelas; y a nivel universitario derrochando la exigencia con grandes libros.