Los productos del conocimiento
Ha quedado establecido que el hombre no obtiene un saber cabal de las cosas con el simple hecho de darse cuenta de ellas, pues el fenómeno del conocimiento aparece como un procedimiento constituido por las relaciones epistemológica, lógica, histórica y dialógica.
Sin embargo, para llegar a tener una noción más o menos clara y sistemática de esta actividad humana es necesario reflexionar sobre los productos del conocimiento, es decir, en aquellos elementos que el hombre puede llegar a producir a lo largo de esta actividad.
No obstante, se plantea en principio el problema de la verdad y su carácter universal, pues éste es un elemento fundamental para comprender la producción científica del conocimiento.
La manera de aproximarnos a tal cuestión es, primero, retomando las teorías del subjetivismo y el relativismo; y segundo, explorando la forma en que se ha concebido tradicionalmente este elemento dentro de la investigación científica.
Posteriormente, se reflexiona la cuestión principal del tema II, la cual se refiere a los elementos que el sujeto logra producir a lo largo del proceso de conocimiento y entre los que tenemos la idea, el nombre, el concepto y la teoría.
Después de haber estudiado el tema de los productos del conocimiento y de realizar las actividades complementarias, el alumno puede continuar con el siguiente apartado, el cual versa sobre el proceso de enseñanza – aprendizaje.
Los productos del conocimiento
Para tener una aproximación más o menos clara y sistemática en la comprensión del fenómeno del conocimiento no basta con pensar el procedimiento por el que se lleva a cabo este fenómeno, sino que además es necesario reflexionar sobre los productos del conocimiento.
Por lo tanto, nuestro camino a seguir es plantear la siguiente cuestión: ¿qué es lo que logra producir el sujeto a lo largo del proceso del conocimiento? Antes de abordar dicha interrogación, surge la exigencia de pensar sobre uno de los elementos esenciales del conocimiento científico, el concepto de verdad y su carácter universal.
Pues bien, dentro de la disciplina filosófica de la Epistemología aparecen las teorías del relativismo y el subjetivismo como propuestas para explicar la imposibilidad de la verdad universal.
Sin embargo, cada una de ellas desde su posición teórica propone los supuestos para negar la universalidad del conocimiento científico.
Por una parte, el relativismo, subraya la dependencia de todo conocimiento humano respecto de factores externos. Como tales considera ante todo la influencia del medio y del espíritu del tiempo, la pertenencia a un determinado círculo cultural y los factores determinantes contenidos en él.
Es decir, para el relativismo la verdad de un conocimiento depende de factores externos al sujeto, tales como el tiempo en el que vive, así como la cultura en la que se encuentra inmerso; por ejemplo una botella puede ser un florero o una decoración de acuerdo a la cultura y al tiempo en el que se encuentre inmerso el sujeto, por lo tanto esa misma botella puede ser esto o lo otro para dos sujetos distintos según el tiempo en el que se encuentran o la cultura a la que pertenezcan.
Por otro lado, el subjetivismo “limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga, en consecuencia, un juicio es válido únicamente para el sujeto individual que lo formula”, por esta razón habría tantos conocimientos verdaderos como sujetos; por ejemplo, un bastón es algo distinto para cada sujeto y lo que piensa cada uno de la cosa es verdad porque ésta depende de cada uno de ellos.
Pero, ¿se podría pensar que ambas teorías presentan los fundamentos necesarios para anular el carácter universal de la ciencia?, el principio que proponen como fundamento para negar la verdad universal nos dice que no y, que en cambio, ambas teorías caen en una contradicción.
Ésta consiste en que, al momento de establecer que toda verdad depende del sujeto que conoce y juzga (subjetivismo) o de factores externos, como el círculo cultural al que pertenece el individuo (relativismo), entran en contradicción; ya que intentan partir de un supuesto universal, TODA VERDAD DEPENDE DE (el sujeto o de factores externos).
En otras palabras, tanto el subjetivismo como el relativismo intentan negar el carácter universal del conocimiento partiendo de un principio universal. Entonces, ¿es posible la verdad universal? Dar respuesta a este problema implica plantear en principio la pregunta ¿qué es la verdad?
Para abordar tal cuestión, es necesario revisar la concepción que se le ha dado tradicionalmente en el campo de la ciencia a este término. Sobre este asunto, el filósofo alemán Martin Heidegger en su obra Ser y Tiempo señala:
Tres tesis caracterizan la manera tradicional de concebir la esencia de la verdad y la manera de opinar acerca de la definición que por primera vez se dio de ella:
El lugar de la verdad es la proposición (el juicio). La esencia de la verdad reside en la concordancia del juicio con su objeto. Aristóteles, el padre de la Lógica, es quien refirió la verdad al juicio como a su lugar de origen, así como quien puso en marcha la definición de la verdad como concordancia.
De esta forma se puede señalar que dentro del mundo de la ciencia un conocimiento es verdadero cuando las razones que expresa el sujeto concuerdan con lo que son las cosas, por lo tanto, mientras se dé una adecuación entre las razones que da el sujeto y la realidad no importan ni las subjetividades, ni los factores externos.
Es así, como ha quedado establecido a través de la historia de la ciencia la concepción sobre la verdad y su universalidad. Ahora bien, ya que se abordó el concepto de verdad se retoma la cuestión principal del presente tema, ¿qué es lo que logra producir el sujeto a lo largo del proceso del conocimiento?
A partir de la primer relación del conocimiento se observa que el sujeto produce una idea de las cosas, es decir una “representación mental de las cosas”.
Esto significa que el hombre hace suya a la cosa mediante una representación, por lo que se dice que la cosa se hace presente en la mente del sujeto. Un segundo elemento que logra el sujeto producir dentro del proceso del conocimiento es el nombre, que es sinónimo de símbolo verbal y representación simbólica.
Como señala el maestro Eduardo Nicol, “el símbolo verbal es simbolización de alteridad e identificación distintiva de las cosas”.
El acto primario de dar razón es el acto de dar nombre. El nombre no se lo damos a la cosa: ella no lo recibe ni lo exhibe. El nombre se lo damos a alguien para que entienda de qué cosa estamos hablando. El interlocutor entenderá sin vacilaciones, si él también adoptó el mismo nombre para la cosa.
De esta forma, el conocimiento sobre la cosa implica saber el nombre que ésta recibe para ser identificada y diferenciada. Sin embargo, dentro del proceso del conocimiento existen productos de mayor complejidad como el caso del concepto y la teoría. El primero, se concibe como “el significado de los términos ”. Esto quiere decir que mediante el concepto se define lo que es la cosa.
Y por consecuencia, si el hombre da razón de las cosas a través de símbolos verbales, la función del concepto es definir el significado de este símbolo verbal.
Finalmente, aparece la teoría como producto del conocimiento científico, la cual consiste en dar razón de las cosas en sí mismas, y en la que se busca explicar lo que son las cosas y las causa de su origen.
Como lo señala el filósofo Juan Manuel Silva Camarena, La ciencia es teoría, y ésta es una reconstrucción verbal de la realidad que convoca, mediante interrogaciones científicas, las razones de las cosas mismas
Y en tanto que expresión teórica metodológicamente vigilada, culmina en un decir riguroso, en extremo alejado de las formas de hablar arbitrarias propias de las opiniones personales.
Una vez que se planteó el fenómeno del conocimiento desde sus productos (idea, nombre, concepto y teoría), en seguida se da paso a reflexionar sobre “el proceso de enseñanza – aprendizaje” con la finalidad de diferenciarlo del proceso del conocimiento.
Fuente: Apuntes de la materia Principios y Técnicas de investigación de la FCA UNAM