Membrana plasmática
La membrana plasmática no es solamente un elemento protector e individualizador, a modo de piel, puramente pasivo de la célula, sino un elemento dinámico y activo de capital importancia en el continuo proceso de intercambio de sustancias y energía entre el interior y el exterior de la célula, aunque también es indispensable para que ésta pueda regular su composición interna, manteniendo sus condiciones constantes a pesar de los cambios en el medio externo.
La membrana celular contiene muchas enzimas importantes y sistemas de transporte; sobre su superficie externa se hallan localizados muchos sitios de reconocimiento o receptores que pueden reconocer a otras células, unirse con ciertas hormonas y percibir otros tipos de señales del exterior, y muchas de sus propiedades son consecuencia de su contenido en lípidos polares.
Muchas células ven ampliada su área superficial mediante multitud de pequeñas evaginaciones de la membrana plasmática, denominadas microvellosidades, con lo que aumenta la capacidad de absorción de materiales presentes en el medio celular.
Por otra parte, las células adyacentes que forman los tejidos de los organismos pluricelulares se hallan intercomunicadas mediante tres tipos fundamentales de conexiones.
Las uniones estrechas son regiones de fusionamiento parcial de las bicapas lipídicas de las membranas adyacentes, mientras los desmosomas son una especie de remaches formados por proteínas que mantienen juntas dos células contiguas.
Las anastomosis son conexiones formadas por un conjunto de pequeños conductos que atraviesan dos membranas adyacentes, por los que pueden pasar moléculas de bajo peso molecular.