Mitos sobre la sexualidad
Los avances de la ciencia sexológica han permitido destruir una serie de falsedades o mitos sobre la respuesta sexual humana y los órganos genitales que habían alcanzado, se consideraban como verdaderos. Aunque el lector atento ya habrá descubierto por si mismo en qué consisten tales mitos, no esta de mas hacer hincapié en ellos, ya que, a finales del siglo XX, aun persisten algunas creencias erróneas que, sin duda, confunden a muchas personas, repercutiendo en su sexualidad.
El tamaño del pene. La creencia de que el hombre que posee un pene de gran tamaño es mas viril y, por tanto, mas capaz de satisfacer a la mujer, se halla extraudinariamente extendida y ha ocasionada traumas a menudo.
Existen pruebas de que las diferencias entre dos penes en erección son muy interiores a las que pudieran observarse en estado de flaccidez. En otras palabras, los penes pequeños aumentan casi el doble de su tamaño al ponerse erectos, mientras que en los mas grandes, el aumento no es tan marcado.
Por otra parte, también se ha podido comprobar que el tamaño del individuo no guarda relación con el tamaño del pene. Por lo que respecta a la mujer, hay que tener en cuenta que la vagina es un espacio cerrado y muy elástico que se adapta al tamaño del pene que la penetra.
La estimulación del clítoris.
Es bien conocida la importancia de este órgano para el placer sexual de la mujer. El clítoris actúa como receptor de las sensaciones eróticas y es responsable del desencadenamiento del orgasmo. Su estructura interna es muy parecida a la del pene así como los tejidos que la forman. Sin embargo, tanto el tamaño como la forma de reaccionar a la estimulación sexual son muy distintos de este.
En efecto, cuando la mujer alcanza niveles elevados de excitación, el clítoris se retrae por debajo del capuchón, hecho que frecuentemente dificulta su localización. Muchos hombres creen que el clítoris debe ser estimulado de forma directa para que la mujer responda sexualmente.
Estudiando la forma en que se masturban las mujeres, se ha visto que estas prefieren la manipulación en las zonas adyacentes a este órgano, ya que el contacto directo puede resultar, en algunos momentos, irritante y hasta doloroso debido a su gran sensibilidad. Esta creencia errónea por parte del hombre, unida al hecho de que y la mujer no suele comunicar sus preferencias, sino que calla y deja que el actúe, es motivo muy frecuente de fracaso en la relación sexual.
Orgasmo vaginal. Los mitos sobre este tema se hallan muy difundidos y son los que el repercuten de forma más negativa en la sexualidad. Por una parte se cree que la mujer presenta dos tipos de orgasmo, el que se obtiene por penetración vaginal o coito y el alcanzado por manipulación del clítoris; por otra, se considera que el orgasmo vaginal es propio de las mujeres que mejor responden sexualmente y, por tanto, es el que se debe conseguir.
Se da además la circunstancia de que, mediante el coito, muchísimas mujeres normales desde el punto de vista sexual no alcanzan el orgasmo. A pesar de que las investigaciones científicas han demostrado que la reacción orgásmica es la misma en ambos tipos de estimulación y que, por tanto, tan «válido» es un orgasmo como el otro, muchas parejas insisten en la búsqueda obstinada del orgasmo vaginal, consiguiendo con ello, la mayoría de las veces, un deterioro de la relación sexual.
Menstruación y acto sexual. La creencia de que las relaciones sexuales deben suspenderse durante la menstruación tienen su origen en la idea de que la sangre menstrual es algo impuro. La historia esta plagada de ejemplos de actitudes hostiles y de rechazo hacia la mujer menstruante.
Se ha dicho que la relación sexual en estos días resulta dolorosa para la mujer. Paradójicamente, las investigaciones llevadas a cabo han puesto de manifiesto que sólo a una minoría les resultan desagradables y algunas incluso afirman que el hecho de masturbarse al inicio de la regla les alivia los dolores.
Embarazo y acto sexual. La creencia sustentada por algunas personas de que la respuesta sexual es incompatible con el embarazo carece totalmente de fundamento.
Existen, ciertamente, algunas diferencias comparado con el estado de no gravidez debidas a que todos los órganos de la pelvis se hallan más congestionados. Este hecho, sin embargo, no impide la respuesta sexual, sino que incluso puede favorecerla. De hecho, algunas mujeres incluso experimentan niveles de excitación más altos, especialmente durante el segundo trimestre de la gestación.
Masturbación y respuesta sexual. La masturbación, a pesar de haber sido practicada desde que la humanidad existe, ha sido objeto de las más duras críticas. En el caso del hombre, a lo largo de la historia, se han atribuido a la masturbación todo tipo de consecuencias calamitosas.
Cuando se ha tratado de la mujer, simplemente se ha querido creer que no existía, ya que esta no la «necesitaba». Más modernamente, a pesar de haberse producido una divulgación de las cuestiones sexuales y de existir un reconocimiento de que las personas tienen derecho a disfrutar de su sexualidad, la masturbación sigue siendo considerada como una practica poco recomendable.
Así, se da a entender que la masturbación actúa en detrimento de unas buenas relaciones sexuales. Este tópico no solo carece de toda base científica, sino que, en el caso de las mujeres, se ha podido comprobar que las que se han masturbado tienen más posibilidades de responder adecuadamente en una relación de pareja.
Respuesta sexual en la vejez. La idea de que la sexualidad sólo es un medio para la reproducción ha llevado a la conclusión de que, con la vejez, esta se extingue. Se trata de una creencia muy extendida que ha influido, sin duda, en muchas personas mayores para que dejaran su actividad sexual prematuramente, cuando aun esta podía haber seguido disfrutando con ella.
Por otro lado, ha provocado sentimientos de inadecuación entre aquellas personas que continuaban practicándola. Las investigaciones realizadas han puesto de manifiesto que existen muchas personas de edad avanzada que siguen manteniendo relaciones sexuales satisfactorias.