Movimiento en los animales
Habría que distinguir entre los movimientos involuntarios o internos y los movimientos dirigidos y de desplazamiento. A nivel de los metazoos, existe en el organismo un constante trasiego de sustancias de unas áreas a otras, que se desplazan por la cavidad general del cuerpo o a través de conductos, gracias a un empuje mecánico, movimientos de compresión o corrientes producidas por cilios o flagelos.
Estos movimientos están automatizados, como los latidos del corazón, y su función es mantener las actividades esenciales para la existencia del animal.
Hay otros movimientos que, por circunstancias ocasionales, el organismo deja bajo el control de instintos, y entre ellos podríamos citar, la retirada de la mano cuando se toca un objeto caliente. Entre los organismos unicelulares y algunos invertebrados inferiores hay otro tipo de movimiento denominado tactismo o taxia.
Es la manifestación más simple ante un cambio en el medio o como respuesta a un estímulo. Son análogos a los tropismos de las plantas. Consiste en un movimiento de aproximación (tactismo positivo) o alejamiento (tactismo negativo) a la fuente productora del estimulo.
Según sea esta se habla de fototactismo, como respuesta a la luz, quimiotactismo, en respuesta a una sustancia química, timotactismo, al intervenir el tacto, etc. Por último, están los movimientos controlados por el animal, que pueden ser de realización de funciones vitales, por ejemplo, desmenuzar la presa con las mandíbulas, o de desplazamiento, cuando el animal persigue a su presa.
Este tipo de movimientos se da en organismos más sencillos, como los protozoos, que con cilios o flagelos se desplazan por el medio líquido, pero unidos a los tactismos ya vistos. Los movimientos de esponjas o celentéreos son también de esta naturaleza. Veremos los movimientos que requieren coordinación de estructuras corporales.