Movimientos en los invertebrados
En los celomados, la actividad motora se produce gracias a una triple unidad constituida por un esqueleto, una musculatura y un sistema nervioso. Veremos el caso de los invertebrados provistos de celoma. Los platelmintos y los nematelmintos disponen de musculatura en forma de un estrato subcutáneo y sus movimientos están regulados por un plexo nervioso. Este tubo muscular, junto con la presión ejercida por el celoma, constituye un esqueleto hidrostático que sirve de apoyo al animal en sus desplazamientos.
Entre los articulados, los anélidos presentan evaginaciones de la pared del cuerpo (parapodios) provistas de cerdas (quetas) conectadas a la musculatura, mientras que los artrópodos tienen en su exosqueleto un elemento motor.
La cutícula produce evaginaciones articuladas y provistas de músculos en su interior (extremidades que permiten al animal todo movimiento). Muchos presentan evaginaciones aplanadas (alas) dotadas de potente musculatura.
Ambos van conectados a centros nerviosos de control y a un cerebro organizado. Los movimientos de desplazamiento tienen lugar por efecto de palanca en las porciones rígidas del exosqueleto y los músculos activadores.
Muchos moluscos son sésiles y los únicos movimientos son respiratorios y la captura del alimento, aunque sus larvas libres se desplazan activamente. Otros, como calamares, adoptan un sistema propulsor mediante chorros de agua que proyectan al contraer con fuerza el manto.
Moluscos terrestres como los caracoles y las babosas, reptan sobre el sustrato por medio del pie, provisto de potentes músculos.
Los erizos de mar se desplazan haciendo palanca con sus espinas y las estrellas por los diminutos pies que presenta en los brazos el sistema ambulacral, también sirve para respirar.