Obstáculos epistemológicos del método cientifico
Entre dichas barreras u obstáculos epistemológicos tenemos:
1. La opinión. La opinión piensa mal; no piensa; traduce necesidades en conocimientos. Al designar a los objetos por su utilidad, ella se prohíbe el conocerlos.
Nada puede fundarse sobre la opinión [La opinión en el pensamiento del filósofo francés, es lo que nosotros llamamos conocimiento práctico]: ante todo es necesario destruirla…
2. El conocimiento no formulado. Llega un momento en el que el espíritu prefiere lo que confirma su saber a lo que lo contradice, en el que prefiere las respuestas a las preguntas.
Entonces el espíritu conservatorio domina, y el crecimiento espiritual se detiene… [lo que significa que el espíritu científico debe anteponer la búsqueda por nuevos conocimientos sobre las respuestas ya dadas].
3. El conocimiento empírico. Cuando el conocimiento empírico se racionaliza, nunca se está seguro de que los valores sensibles primitivos no afectan a los raciocinios… [es decir, la experiencia no me garantiza conocimiento de lo que son las cosas, pues los sentidos pueden engañarme y hacerme ver falsedades.
Así lo muestra el filósofo Heráclito, cuando al meter una vara al río, pregunta a un discípulo suyo si ésta se encuentra doblada, el discípulo se deja llevar por lo que le dice su vista y le contesta afirmativamente, sin embargo, se da cuenta de su error y descubre lo erróneo de su pensamiento cuando el maestro la saca del río].
4. Narcisismo intelectual. Tan frecuente en la cultura literaria, en la adhesión apasionada a los juicios del gusto puede seguramente decirse que una buena cabeza es desgraciadamente una cabeza cerrada [en el afán por querer tener la razón, el hombre de ciencia se ve impedido en desarrollar el conocimiento, ya que su falta de disponibilidad le imposibilita la construcción dialógica mediante la que se llegar a saber lo que son las cosas, al pensar que no necesita del otro para desarrollar el conocimiento verdadero].
5. El prejuicio moderno de pensar que lo producido en el pasado pierde su valor ante lo contemporáneo. En la actualidad se piensa que la teoría creada en el pasado queda anulada por una teoría producida en el presente, pero ¿es así?, la realidad misma tendría la solución a este asunto.
Por ejemplo, dentro de la teoría administrativa aparece la teoría de Henry Fayol que explica al fenómeno de la administración, ahora ¿dicha teoría tendría que ser anulada porque aparece una teoría nueva que intente explicar el mismo fenómeno?.
La respuesta la encontramos en la realidad, ya que, si la teoría de Fayol no explica adecuadamente al fenómeno de la administración, sería necesario realizar una nueva teoría y, si al contrario, observamos que la teoría de Fayol explica adecuadamente el objeto de estudio, esta teoría no podría ser superada por una nueva.
Por lo tanto, una teoría supera a otra no por el tiempo en que fue desarrollada, sino porque explique adecuadamente al fenómeno.
6. Las segundas intenciones. Se ha señalado que la ciencia busca saber lo que son las cosas en sí mismas, en este sentido “la pregunta científica se compromete con la verdad y nada más que la verdad, y por eso no puede adquirir otro compromiso”.
Ya que si lo hace, el quehacer científico se contamina y, por tanto, la finalidad ya no sería buscar la verdad de las cosas, sino otra, la cual puede estar relacionada con la practicidad o los intereses personales y de grupo.
Después de haber reflexionado acerca de los principios de la ciencia, el conocimiento científico y su finalidad, los dispositivos esenciales sobre los que se lleva a cabo este conocimiento y sobre los obstáculos de la investigación científica, damos paso a plantear la clasificación de las ciencias en naturales y del hombre.
Reflexionar esta cuestión implica abordar la siguiente pregunta, ¿cómo podrían clasificarse la diversidad y multiplicidad de cosas que forman la realidad? Para el sentido de nuestro escrito retomamos el pensamiento del filósofo Eduardo Nicol quien observa que dentro de la diversidad y multiplicidad de cosas, éstas se pueden dividir por su constitución ontológica observando que aparece el ser del sentido (hombre) y el ser indiferente (cosas naturales).
El hombre es el ser del sentido porque mediante sus acciones expresa (dice algo) y, además, lo hace con sentido, lo cual quiere decir que lo que expresa significa algo.
Sin embargo, el ser del sentido es a su vez un ser hermenéutico, es decir que tiene la capacidad de interpretar las acciones de su semejante. Por esta razón, se habla de las ciencias del hombre, pues su finalidad es interpretar los actos humanos 9.
En lo que respecta al ser natural (cosas naturales) se observa que éstos son cosas que no expresan y, que sin embargo, son algo, ahora bien, como no dicen nada no queda más que saber lo que son. De este modo, las ciencias naturales tienen la finalidad de conocer lo que son las cosas.
Fuente: Apuntes de la materia Principios y Técnicas de investigación de la FCA UNAM