Penetración en el altiplano de la nueva españa
Establecimiento de la Villa Rica de la Veracruz proporcionó una base segura, desde donde los colonos se desplazaron a otros lugares vecinos para reconocer la región. Cortés junto con algunos de sus hombres, visitó varios señoríos, como el de Cempoala (tributario de México-Tenochtitlan). En este lugar, motivó al cacique del lugar para que capturara a los mexicas recaudadores de tributos, a los que luego, él mismo liberó para encontrarse ante ellos como un amigo y salvador.
Esta fue una política que el jefe español expuso con frecuencia, lo que le permitió sacar ventaja de los antagonismos existentes entre los distintos señoríos indígenas.
Sucesivas embajadas llegadas de Otumba y Axapuzco informaron a los españoles de la situación de descontento que provocaba en distintas partes la dominación de los mexicas. Dichos señoríos vieron a través del ejército español un posible aliado que podría ayudarles a resistir a los mexicas.
Entre algunos de los motivos que tuvo Cortés para emprender la marcha hacia el interior del país fueron: la expectativa de poder capitalizar el manifiesto descontento contra los mexicas; y el deseo de conocer la ciudad de México-Tenochtitlan y a su gobernante.
Al acercarse el ejército español a Tlaxcala (enemiga de los mexicas), el grupo gobernante local decidió que se combatiera a los extraños. Las tropas tlaxcaltecas atacaron varias veces a los españoles, quienes rechazaron uno tras otro los asaltos. Estos fracasos bastaron para que los señores regionales reconsideraran su decisión y ofrecieran a Cortés recibirlo en paz, así como el de formar una alianza con él.
Los españoles volvieron a esgrimir sus armas en la ciudad de Cholula, centro religioso de gran importancia, tomada a sangre y fuego bajo el pretexto de que los lugareños, instigados por los mexicas, preparaban un ataque sorpresivo contra la tropa hispana. El asalto terminó con una verdadera matanza de la casi indefensa población del lugar.