Política exterior
La política exterior se define como las decisiones públicas que el gobierno de un Estado toma, en función de los intereses nacionales, y en relación a los demás actores del sistema internacional. Debido a los continuos derrocamientos de gobiernos latinoamericanos durante las primeras décadas del siglo XX, los cuales eran reconocidos, desconocidos u originados por las potencias extranjeras de la época, y basado en su propia experiencia histórica (intervenciones de Estados Unidos de América, Francia o Inglaterra, por ejemplo), en 1930 México estableció:
– No Intervención: Se debe respetar el derecho de los pueblos a solucionar sus problemas internos, sin la intromisión de otros países,
– Autodeterminación: Establece que cada nación tiene el derecho de decidir la forma de gobierno que más la acomode, así como su sistema económico y el estilo de vida de su pueblo, sin la intromisión de otros países.
Principios de la política exterior mexicana, que apoyan y complementan los dos señalados anteriormente, se refieren a:
– Solución pacífica de los problemas.
– Condena de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.
– Igualdad ante la ley de los Estados.
– Respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales del ser humano.
– Defensa de su soberanía, su independencia política y su integridad territorial.
– Facultad de todo Estado de darse el régimen político, social y económico que más le convenga.
– Lucha por la paz y la seguridad internacional.
– Cooperación para el desarrollo.
Complementan esta política mexicana los principios de derecho de asilo y la condena a las guerras de intervención. El derecho de asilo consiste en dar protección a aquellos extranjeros que en sus respectivos países son víctimas de persecución, de privación de libertad y de amenazas contra su vida por razones puramente políticas.
Se refiere a las guerras de intervención, México ha condenado enérgicamente, en foros internacionales, la agresión bélica que un país emprenda contra otro con la intención de adueñarse de una parte de su territorio o con el fin de ejercer alguna represión.