Preflight para los archivos
Las herramientas digitales han hecho avanzar la industria gráfica pero también han traído nuevas complicaciones. Para que el resultado final de la forma impresa sea un éxito, el control de calidad debe comenzar ya en la etapa de diseño a fin de verificar la integridad del archivo digital que contiene la creación gráfica que se procesará en la preimpresión.
Así la revisión del archivo final ripeado no le traerá dolores de cabeza al impresor.
Si se realizara un sondeo entre algunos impresores, se encontrará que uno de los males que tienen en común es recibir archivos problemáticos de parte de sus clientes. Las herramientas de edición de escritorio que tanto han hecho avanzar la industria gráfica también la han complicado.
Según parece cualquiera que tenga acceso a la aplicación de un software como QuarkXPress, Adobe InDesign o Microsoft Publisher ya se imagina que es un artista gráfico, cuando lo cierto es que se requiere un alto grado de capacitación y educación para crear archivos digitales a partir de esas aplicaciones las cuales realmente funcionarán en el ambiente de preimpresión y en la planta de impresión.
Muchos impresores afirman que más de la mitad de los archivos que reciben de sus clientes están repletos de errores, tales como imágenes con espacios de color inadecuados (RGB vs. CMYK), gráficos y texto con baja resolución, fuentes que faltan y márgenes y sangrías mal formateados.
En los días de la película, era fácil descubrir estos errores en la etapa de preimpresión; cuando se generaba la película, se podía manipularla de modo tangible, extenderla sobre la mesa de luz, medir las densidades, encontrar borraduras, etc. Pero con un archivo digital, esto no es tan simple.
Para «mirar dentro» de un archivo manualmente, un diseñador gráfico o un operador de preimpresión debe abrirlo en la aplicación nativa y controlar todos y cada uno de los elementos para asegurarse de que todas las partes están presentes y justificarlo, y hacer manualmente todo esto requiere una gran cantidad de tiempo y atención para los detalles.
Por consiguiente, esa es la razón por la cual las firmas que desarrollan software respondieron con herramientas de verificación de archivos digitales que, en cuestión de minutos pueden escudriñarlos y asegurarse de que están en orden con las especificaciones de producción.
El término «preflight» (revisión preliminar de archivos digitales) ha sido adoptado – quizá inadecuadamente – en forma masiva por la comunidad de las artes gráficas para referirse genéricamente a la verificación de archivos en cualquier etapa de la impresión o del flujo de trabajo en multimedios.
Pero en el flujo de trabajo digital actual, es un criterio común que todos conocen referido a que este proceso de calidad que controla los archivos de contenido digital realmente ocurre (y es lógico que así sea) en diversas etapas de la cadena de producción.
Se ha dividido la definición de verificación de archivos, distinguiendo entre el proceso que tiene lugar en la etapa creativa, durante la creación del documento dentro del archivo de aplicación nativo (preflighting), y la verificación que debe tener lugar en la fase de preimpresión (post-flighting, o sea revisión posterior de archivos digitales), cuando se crea el formato final de archivo y se usa para accionar la prueba digital comprimida, el procesamiento de plancha o la impresión digital.
¿Por qué se necesita verificar los archivos digitales más de una vez? Algunos pueden discutir que esto es una redundancia que supone descaradamente que aliviará el flujo digital de trabajo. Sin embargo, la respuesta se hace evidente cuando se considera un típico intercambio de archivos.
Un ejemplo que se puede tomar es la relación en el flujo de trabajo entre un editor de revistas y su impresor. En la oficina del editor, lo usual es encontrar un director de arte que está extrayendo elementos (texto, gráficos, avisos publicitarios diversos) de una variedad de recursos y los compila en una página individual dentro de la aplicación nativa, QuarkXPress, por ejemplo.
El archivo resultante (todavía un .app nativo) quizá sea el formato que se envía al impresor. De inmediato en su planta, el impresor puede que tenga que ser el responsable de aplicar cosas como «trapping» (superposición de varios colores) y RIPear (procesar las imágenes tramadas) llevando el archivo a PDF o a cualquier otro formato que se haya elegido para accionar las pruebas digitales o el grabado de planchas. Si existen problemas inherentes en el archivo enviado al impresor, se pueden generar varios escenarios. El impresor, durante el post-flight, detecta los problemas y alerta al cliente.
En algunos casos, el impresor puede asumir el desafío de reparar el archivo y de proceder a un nuevo ciclo de pruebas con el cliente (el que se hará cargo del costo será quien encargó la publicación) o puede tomar la decisión de rebotar por completo el archivo desde la preimpresión y solicitarle al editor que envíe un nuevo archivo. El costo para el cliente del editor será en tiempo y dinero.
Sin embargo, si se hubieran detectado los problemas en la etapa de la aplicación nativa, podrían haber sido manejados por el editor, evitando el costo en tiempo y dinero tanto a su cliente como a su proveedor.
Fuente: Materia de Preprensa Digital de la Universidad de Londres