Rasgos sobresalientes del clásico en mesoamérica

Entre los aspectos más sobresalientes resaltan los siguientes: las técnicas agrícolas se depuraran; las terrazas para cultivos se hicieron más frecuentes, al igual que diversas maneras de sistemas de regadío; se aprovecharon los beneficios de las plantas como el algodón; la dieta de las distintas comunidades dependía cada vez más del trabajo organizado en el campo; y hubo un incremento en la población.

Las aldeas fueron creciendo hasta que en el centro de los poblados comenzaron a cimentarse nuevos tipos de edificaciones debidamente planificadas (con calzadas y plazas).

Se levantaron pirámides truncadas y escalonadas, santuarios, palacios, juegos de pelota, escuelas y mercados. Proliferaron así en la regiones mesoamericanas (del Golfo, en el Altiplano, en las zonas de Oaxaca y mayense) múltiples y suntuosos centros ceremoniales donde, algunos de ellos, llegaron a convertirse en importantes metrópolis con verdaderos núcleos de organización política y sistemas administrativos.

En los lugares antes mencionados, los sistemas de organización: social, económica, política y religiosa se transformaron en formas mucho más complejas y eficientes. Aparecieron ya diferentes clases sociales: los gobernantes y sacerdotes, los grandes jefes guerreros (integrantes de la nobleza); los artistas, artesanos y comerciantes; y la gente del pueblo (dedicada a la agricultura, a las faenas de la construcción y a otras tareas en provecho del culto religioso, el Estado y los gobernantes).

Con respecto a las creencias y rituales religiosos, hubo ajustes y creaciones por parte de los sacerdotes: se fortalecieron diferencias regionales, así como similitudes en el culto y tradiciones en las distintas zonas.

Ninguna ciudad se construyó sin la existencia de un núcleo en el que destacaban los elementos jerárquico-religiosos. Los templos y palacios estaban circundados por espacios abiertos.

Uno de los vestigios que muestran el gran refinamiento logrado en el periodo clásico son las creaciones artísticas como la escultura y la pintura mural.

Uno de los grandes logros del clásico mesoamericano, fueran el perfeccionamiento de los sistemas calendáricos, los cuales llegaron a tener extraordinaria precisión; y de escritura.

Gracias a esta última, pudo preservarse a través de inscripciones en piedra y en libros o «códices», el recuento del pasado, así como los conocimientos religiosos y mundanos.