Relacion entre Carl Gustav Jung y Sigmund Freud
Su relación con Sigmund Freud se consolidó en 1907. En 1908, Jung participó del primer Congreso de psicoanálisis, realizado en Salzburgo.
En esa ocasión, fue nombrado director de la publicación Anuario Internacional de Investigación Psicológica y Psicoterapéutica (Jahrbuch für psychoanalytische und psychopathologische Forschungen).
Al año siguiente, acompañó a Freud y a Ferenczi en su viaje a los Estados Unidos, donde dictó conferencias en la Universidad de Clark en Worcester, Massachusetts, y recibió un doctorado honoris causa. Fue por esos días cuando Freud nombró a Jung su «sucesor y príncipe heredero».
En el Congreso de Núremberg (1910), Jung sería designado presidente de la recién fundada Asociación Psicoanalítica Internacional (API).
Sin embargo, al año siguiente, durante el Congreso Psicoanalítico celebrado en Weimar, aparecieron los primeros síntomas de disensión a propósito de la concepción de la líbido.
Hacia 1912, en el curso de varias conferencias en Nueva York, después de que Jung publicara Transformaciones y Símbolos de la Líbido (Wandlungen und Symbole der Libido), la divergencia teórica había alcanzado niveles intolerables.
Pronto estarían enfrentándose, cada uno atribuyendo al otro la incapacidad de admitir su error. En noviembre de ese año, se produjo el último encuentro personal entre ambos psicoanalistas.
En el Congreso de Múnich (1913) las diferencias se hicieron de conocimiento público. Jung renunció a seguir dirigiendo el Anuario, mientras escribía Teoría del Psicoanálisis.
A continuación se reproduce un extracto de la carta que Freud envió a Jung en 1913, en medio de la crisis que afectaba la relación entre ambos: la imagen de abajo corresponde precisamente a esta carta; parte del texto traducido es aquél que aparece resaltado en el original.
Su alegato de que trato a mis seguidores como pacientes es evidentemente falso… Es una convención entre los analistas que ninguno de nosotros debe sentirse avergonzado de su propia neurosis.
Pero uno [refiriéndose a Jung] que, mientras se comporta anormalmente, sigue gritando que es normal da sustento a la sospecha de que le falta asumir su enfermedad. En consecuencia, propongo que abandonemos nuestras relaciones personales enteramente.
Fuente: Apuntes Análisis del discurso visual de la U de Londres