Revolución francesa
Revolución Francesa, proceso social y político acaecido en Francia entre 1789 y 1799, cuyas principales consecuencias fueron el derrocamiento de Luis XVI, perteneciente a la Casa real de los Borbones, la abolición de la monarquía en Francia y la proclamación de la I República, con lo que se pudo poner fin al Antiguo Régimen en este país. Aunque las causas que generaron la Revolución fueron diversas y complejas, éstas son algunas de las más influyentes.
La incapacidad de las clases gobernantes —nobleza, clero y burguesía— para hacer frente a los problemas de Estado, la indecisión de la monarquía, los excesivos impuestos que recaían sobre el campesinado, el empobrecimiento de los trabajadores, la agitación intelectual alentada por el Siglo de las Luces y el ejemplo de la guerra de la Independencia estadounidense. Las teorías actuales tienden a minimizar la relevancia de la lucha de clases y a poner de relieve los factores políticos, culturales e ideológicos que intervinieron en el origen y desarrollo de este acontecimiento.
Causas que provocan esta revolución destacan:
– La declinación del poderío francés bajo el gobierno de Luis XV (1715-1774).
– La pérdida de su prestigio militar en Europa, reflejo de su decadencia.
– La agricultura conserva todavía características feudales, lo que la hace poco productiva e incapaz de proveer de alimentos básicos a toda la población.
– Las clases privilegiadas: el clero y la nobleza (alrededor de 130,000 personas) detentan la riqueza del país, mientras que el resto de la población (calculada en 25 millones de personas) está agrupada en lo que se llamó tercer estado o estado llano: campesinos (a pesar de su penuria aportan el 80% del monto de los gastos del reino), artesanos, fabricantes, comerciantes y profesionales (constituyen la burguesía).
Aunque en estos últimos se encuentran los rasgos de lo que hoy conocemos como «clase media»: grupo dinámico, preparado y crítico, no tienen la posibilidad de participar en la administración de Francia.
Acuerdos de la Asamblea no se hacen esperar:
– Se anulan los privilegios feudales de la nobleza.
– Se anula el diezmo eclesiástico.
– Se nacionalizan los bienes de la Iglesia.
– Se emite papel moneda (billetes) en un esfuerzo desesperado por detener la crisis económica.
A estas reformas de carácter económico se unen las políticas:
– Se aprueba la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.
– Se termina de redactar la constitución que establece como forma de gobierno la monarquía constitucional.
El poder político en este periodo está en las manos de Jorge Jacobo Danton (1759-1794), uno de los hombres más representativos de la Revolución y uno de los grandes oradores franceses. A él se unen otros liberales radicales como Maximiliano Robespierre (1758-1794) y Juan Pablo Marat. Al mismo tiempo, la Asamblea elige a los representantes de una Convención Constituyente dedicada a redactar una constitución republicana.
En septiembre, los franceses derrotan a los austríacos en Valmy. Aunque detenida la amenaza exterior, la situación interna se ha deteriorado. El país se encuentra, económicamente, en bancarrota; las provincias, sin control; el gobierno empieza a tomar medidas extremas y las cárceles se llenan de presos políticos. En París, el pueblo llega a las prisiones y da muerte a más de 1,500 presos. Empieza a funcionar la Convención Nacional. Su primer acto: abolir la monarquía.
Luis XVI es juzgado y condenado a muerte. Muere en la guillotina en enero de 1793. Hecho que causa gran indignación en Europa. Francia se ve envuelta en una guerra de gran alcance.
Para 1794, los jefes de la dictadura se dividen: Danton, convencido de la inutilidad de estas medidas, trata de detener su marcha; su moderación le cuesta la vida: muere guillotinado en abril de ese año.
Napoleón regresa a París, goza ya de gran popularidad. A partir de este momento, la única potencia que continúa en guerra con Francia es Inglaterra. Napoleón para obligarla a firma la paz, busca atacar sus líneas de comunicación con la India.
La campaña de Egipto en 1798 tiene ese propósito. Desembarca con su ejército en Alejandría y la armada inglesa al mando de Nelson la destruye. A pesar de ver cortada su comunicación Francia, Napoleón logra conquistar Egipto y Siria.