Revolución industrial
Revolución Industrial, proceso de evolución que conduce a una sociedad desde una economía agrícola tradicional hasta otra caracterizada por procesos de producción mecanizados para fabricar bienes a gran escala. Este proceso se produce en distintas épocas dependiendo de cada país. Para los historiadores, el término Revolución Industrial es utilizado exclusivamente para comentar los cambios producidos en Inglaterra desde finales del siglo XVIII.
Para referirse a su expansión hacia otros países se refieren a la industrialización o desarrollo industrial de los mismos.
En 1764, Jaime Hargreaves inventa una máquina conocida como «Juanita, la hiladora» que tenía una capacidad de producción superior a 36 hiladoras de rueda comunes en esa época. A este invento se agrega, en 1784, el telar mecánico de Edmundo Cartwright, operado por fuerza hidráulica y acelera la fabricación de las telas. La máquina desmoteadora de algodón del norteamericano Elí Whitney, en 1793, posibilita el uso adecuado de esta fibra, Jacobo Watt inventa la máquina de vapor en 1769.
La utilización del carbón mineral en lugar del vegetal, la sustitución de los fuelles de mano por altos hornos y el descubrimiento de un proceso menos costoso para refinar el acero influyen decisivamente en el desarrollo industrial. La explotación del carbón adquiere una importancia capital como materia prima indispensable para la producción de hierro y acero.
En 1790, se sustituye la fuerza hidráulica por la de vapor y la producción de hilados y tejidos de algodón alcanza una dimensión colosal.
La aplicación del vapor es un factor decisivo en todo el desarrollo industrial: en la industria textil, en la propulsión de los medios de locomoción cuando, en 1814, se inventa la locomotora. La fuerza de vapor llega antes a la navegación: en 1807, se construye el primer buque movido a vapor.
Al maquinismo debe agregarse otro factor importante: la división, cada vez más especializada, del trabajo para aumentar la rapidez en la producción. Los obreros se especializan en operaciones simples, sencillas; se pierde el conocimiento y el dominio total del oficio que habían tenido los miembros de los gremios: los artesanos.
Antes, con el fin de aprovechar los terrenos agrícolas en labores de cría y pastoreo de ovejas, se había despojado a los campesinos de sus tierras y obligado a emigrar a las ciudades para subsistir. Ahora, con la introducción del maquinismo se empieza a desplazar al trabajador.
En Inglaterra, las tabernas se llenan de hombres que no tienen trabajo. Esto se agudiza cuando los propietarios de las fábricas, para pagar bajos salarios y en vista de la sencillez del manejo de muchas máquinas, empiezan a contratar mujeres y niños.
Los métodos de producción hacen que cambie también el concepto mismo del trabajo. Por eso no es de asombrar que los trabajadores, desesperados, vean en la máquina un posible enemigo y recurran, desde fines del siglo XVIII, a la destrucción de éstas y a incendiar las fábricas. A este movimiento se le llamó ludismo porque su organizador era el obrero John Ludd. El Parlamento inglés promulga una ley mediante la cual se castiga, con la pena de muerte, a las personas que destruyan las máquinas. Será hasta el siglo XIX cuando aparezcan las primeras organizaciones laborales como sindicatos.