Sistema endocrino
Las células neurosecretoras son la raíz de todas las respuestas endocrinas y es la única forma de control hormonal en los invertebrados primitivos; su estimulación provoca la liberación de una hormona que actúa directamente, de un modo monofásico, sobre las estructuras diana. En los invertebrados más avanzados se introduce, además, un control bifásico con la aparición de las glándulas epiteliales endocrinas.
La célula neurosecretora estimula a una glándula endocrina que, a su vez, produce una hormona que actúa sobre la diana.
En los vertebrados aparece una secuencia trifásica: la pituitaria, estimulada por las células neurosecretoras cerebrales del hipotálamo, produce tropinas que estimulan a otras glándulas epiteliales endocrinas, que a su vez actúan sobre las estructuras diana.
Los controles bifásico y trifásico posibilitan una introducción más efectiva de los mecanismos de retroalimentación entre las glándulas y los sistemas neurosecretores.
Las actividades endocrinas se hallan tan íntimamente integradas en las actividades del sistema nervioso que se puede decir que numerosas funciones del cuerpo están bajo control neuroendocrino.
Las glándulas endocrinas influyen en las células diana de muy diversas maneras. Un mecanismo implica la acción de hormonas esteroides en el proceso de la transcripción genética a través del complejo hormona-receptor nuclear.
Otro implica la interacción entre la hormona y un receptor específico de la membrana celular que activa (o inhibe) a una enzima (adenilato ciclasa) presente en las membranas celulares de los animales.
Sin que la hormona penetre en la célula. Algunas hormonas producen respuestas rápidas, mientras que otras actúan a largo término, coordinando el crecimiento de los órganos concentrados metabólicos en la sangre y en otros tejidos.