Sistemática

Una de las metas de la biología es comprender el orden natural que hace que el mundo viviente esté formado por grupos de individuos (taxones) que son distintos unos de otros siguiendo una determinada jerarquía. De aquí que los biólogos se hayan esforzado por clasificar todos los seres vivos conocidos y hayan desarrollado una rama de la biología dedicada a tal fin, la taxonomía. En resumen, una clasificación no es más que un sistema de información en el cual los rasgos compartidos por los miembros de un taxón.

Aportan información sobre éste; pero esta información puede ser desde muy restringida -por ejemplo atendiendo simplemente a rasgos morfológicos- hasta muy extensa al atender además a semejanzas fisiológicas, bioquímicas, etc.

Los especialistas en taxonomía (o sistemática) saben desde hace tiempo que el sistema de clasificación que contiene más información es aquel que se basa en la evolución, lo que equivale a decir en las homologías  que se observan en los caracteres derivados compartidos.

De este modo la clasificación recibe el nombre de clasificación natural y refleja el árbol genealógico de los distintos reinos, mientras que las clasificaciones antiguas, que establecían taxones basados en caracteres análogos son artificiales.

Un ejemplo de estos últimos es el antiguo taxón de las Talofitas o Talófitos, que agrupaba a bacterias, hongos y algas simplemente por tener una estructura básica sencilla, ignorando que el abismo existente entre cualquier organismo carente de núcleo celular y de la mayoría de los orgánulos citoplasmáticos (bacterias) y cualquier organismo nucleado es enorme comparado con las diferencias que separan a los demás taxones del dominio de los eucariotas (todos los seres vivos excepto bacterias y algas verdeazules).