Valoración fisica inicial de enfermería en el puerperio inmediato
1.- Coloración de piel y mucosas:
El color de la piel y mucosas es un fiel reflejo de la circulación y perfusión, por tanto se valora la existencia de palidez, enrojecimiento y/o cianosis.
2.- Constantes vitales:
Con la medición de la tensión arterial, pulso y respiraciones valoramos la normalidad de la volemia y de los primeros reajustes fisiológicos.
Con la medición de la temperatura podemos determinar si la mujer está deshidratada, o existe algún problema de infección.
3.- Vejiga urinaria:
Se debe valorar el estado de la vejiga urinaria, una vejiga distendida y palpable por encima de la sínfisis del pubis puede interferir en la normal contracción uterina y poner a la mujer en riesgo de hemorragia.
No debemos olvidar que la vejiga puede encontrarse llena y la mujer no tener necesidad de orinar por el traumatismo del parto, por atonía o porque ha aumentado su capacidad al liberarse de la presión abdominal.
Debemos procurar que la mujer orine para proceder a la siguiente valoración.
4.- Involución uterina:
Para valorar los cambios que ocurren en el útero inmediatamente después del parto, debemos proceder de la siguiente forma:
4.1. Determinar la localización, y tamaño del útero:
Colocamos una mano sobre el segmento inferior del útero y con el lado de la mano dominante precisamos la altura del fondo uterino.
Lo encontraremos a medio camino entre el ombligo y la sínfisis del pubis. La altura se mide por traveses de dedo o con una cinta métrica.
Una elevación del útero por encima del ombligo o una desviación de su línea media nos ponen en sospecha de una vejiga urinaria llena que impide su correcta contracción y acomodación.
4.2. Determinar la consistencia o firmeza uterina:
La consistencia del útero después del parto debe ser dura, leñosa. Esto es indicativo de una correcta contracción o formación del globo de seguridad y su palpación no debe llevar a una sensibilidad excesiva.
La yema de nuestros dedos corrobora la consistencia. Un útero pastoso, esponjoso, pone a la mujer en riesgo de hemorragia.
Aprovechando la valoración de la involución uterina palpamos el abdomen de la mujer revisando distensión, flacidez, dureza, rigidez o sensibilidad. También exploramos la existencia de separación de los músculos rectos abdominales.
5.- Loquios:
A continuación procedemos a la valoración de la pérdida hemática. Las características que debemos observar son cantidad, color, consistencia y olor de los loquios.
Durante las primeras horas del puerperio los loquios deben ser rojo oscuro, de apariencia similar al flujo menstrual. Son normales pequeños coágulos de sangre acumulados en la vagina.
Sin embargo debe investigarse la aparición de los loquios con grandes y numerosos coágulos. Normalmente estos coágulos son expulsados cuando hacemos una expresión suave del fondo uterino.
En cuanto al olor no debe ser fétido aún cuando tienen un olor característico, el mal olor es indicio de infección.
Quizás lo que resulte más conflictivo sea valorar la normalidad de la cantidad de loquios expulsados. Esta valoración depende de la absorción de la compresa utilizada y de la frecuencia con que se cambie.
Se han dado varias fórmulas para averiguar si la cantidad es normal o por el contrario la pérdida resulta excesiva.
Nosotros diremos que los loquios no deben exceder de una cantidad moderada, entendiendo ésta como una mancha hemática en el apósito perineal menor a 15 cm en una hora.
Con la saturación de una compresa estándar hospitalaria en menos de una hora, hablamos de cantidad importante o abundante. Esto nos debe llevar a una valoración más exhaustiva.
La pérdida hemática compatible con una mancha de 10 cm o menos sugiere una cantidad escasa. Si observamos un goteo de sangre roja brillante y continuo debe comunicarse al equipo obstétrico para averiguar si existen desgarros de partes blandas sin suturar o estamos ante un problema de coagulación.
6.-Área perineal:
Al hablar de la asistencia en el período expulsivo en temas anteriores, vimos que a veces se practica una incisión quirúrgica en el periné, la episiotomía, para facilitar la salida del feto.
En otras ocasiones ocurren desgarros espontáneos. En esta valoración del área perineal se comprueba la existencia de episiotomía o desgarros. Si resulta afirmativo, valoramos la integridad de las suturas.
Davidson desarrollo un método válido para valorar la episiotomía y su proceso de cicatrización, basado en la observación de 5 parámetros, y que se corresponden con el anacronismo REEDA o EEEDA; rubor o enrojecimiento, edema, equimosis, drenaje y aproximación de los bordes.
Normalmente nos encontraremos en las primeras horas un perineo ligeramente edematoso, sin drenaje, con los bordes bien aproximados, que puede ser mínimamente sensible a la palpación suave. La equimosis o hematomas en esta región pueden interferir con el bienestar de la puérpera, con la cicatrización y predisponer a la infección. Esto requiere una mayor valoración.
Aún cuando no se ha realizado episiotomía el periné se puede encontrar edematoso debido al traumatismo del parto.
Simultáneamente la enfermera valorará la existencia de hemorroides alrededor del ano, su tamaño, número, dolor y sensibilidad.
7.- Mamas:
En estos primeros momentos del puerperio lo normal es que encontremos unas mamas blandas a la palpación y lisas. Es frecuente que exista secreción de calostro.
La valoración inicial de su consistencia, color, tamaño y protusión del pezón nos servirá de referencia para los cambios que se aproximan en los días siguientes con la “bajada de la leche”.
La valoración de las mamas es el momento ideal para preguntar a la madre sobre la opción de alimentación que ha pensado para su hijo.
Todas las valoraciones físicas que hemos descrito durante las dos primeras horas se realizan cada 15 min., excepto la temperatura, que se hace cada hora.
No hay necesidad de valorar las mamas con esta frecuencia. En las 6 horas siguientes la valoración se debe hacer cada 2 horas, y de las 8 a las 24 horas cada 8 horas, si todo transcurre con normalidad.
Fuente: Apuntes y notas de enfermería materno infantil del Conalep