Verdad y verosimilitud en la narración
«La narración viva y verdadera -dice Hanlet- saca su interés, su movimiento, de la realidad, es decir, del recuerdo de unos hechos directamente observados: es la ley de la verdad.»
Este principio conviene comprenderlo en su exacto sentido. La ley de la verdad, bien entendida, no significa que la verdadera narración tendrá que ser una reproducción, lo más exacta posible, de la realidad.
El realismo puro sería el del reportaje filmado: en arte no se da nunca. Nadie copia la realidad exactamente, sino que todos las interpretamos, cada uno a nuestro modo o manera, según nuestra personal «estimativa».
Ni siquiera el documental cinematográfico es realismo puro; lo que tales documentales nos ofrecen, por muy fieles a la realidad que sean, siempre estará limitado por el enfoque personal del «cameraman».
La famosa actriz de la Comedia francesa, Raquel, allá por el año de 1843, escribió la siguiente frase en el álbum del escritor danés H. C. Andersen: «El arte de la verdad. Espero que este aforismo no parecerá paradójico a un escritor tan distinguido como el señor Andersen».
Pero ¿qué es la Verdad en arte?… Sencillamente: nuestra verdad (ahora con minúscula), nuestro modo especial y específico de enfocar el mundo. y la vida, es decir, la verdad subjetiva. La verdad objetiva pertenece al mundo de la Ciencia, no al del Arte.
El principio enunciado quiere decir que no se debe escribir sobre temas, ideas, asuntos, hechos, paisajes o personas que no se conozcan personalmente. Esta es la realidad que hay que respetar. Es lo que los filósofos llaman—la vivencia». Tener vivencia de algo es requisito esencial para escribir sobre ese “algo”.
Narrar, en suma, es evocar lo conocido, aquello de que tenemos experiencia propia. Incluso los más fantásticos relatos tienen que apoyarse en esa ley de la verdad, sostén y cimiento de los mismos.
No obstante lo dicho, podemos vernos en la, situación de tener que narrar un suceso del que no hemos sido testigos presénciales. En este caso, lo mejor es contar el asunto tal y como nos lo hayan narrado quienes lo vivieron y lo vieron.
Corno ayuda, la imaginación puede servimos, siempre que tengamos en cuenta situaciones análogas a la narrada.
Fuente: Apunte de Comunicación escrita de la U de Londres.