Zapotecas y mixtecas de Oaxaca
En la fase de Monte Albán IV (800 a 1200), en lo que fue la gran metrópoli zapoteca, persistieron núcleos de población dedicados a la agricultura, lo que hizo posible su subsistencia. Al mismo tiempo la expansión de los zapotecas hacia otras regiones permitió un nuevo florecimiento, sobre todo en lugares como Zaachila y Mitla. El último centro conocido en lengua zapoteca con el nombre de Liobaá, «lugar de muertos».
Fue residencia (en sus palacios) de las más altas jerarquías del sacerdocio.
Durante el periodo posclásico, también los mixtecas ejercieron nuevas formas de prepotencia. Estos habían penetrado en tierras oaxaqueñas desde muchos siglos antes.
Los mixtecas absorbieron influencia de la cultura tolteca; además dejaron huella en los lugares donde penetraron, los cuales habían sido posesión permanente de los zapotecas. Lo anterior explica por qué los hallazgos arqueológicos tan ricos y famosos del área zapoteca, como el tesoro de la llamada «tumba 7 de Monte Albán«, se considera como producciones mixtecas.
Los mixtecos que convivieron con la gente de estirpe zapoteca, a la postre influyeron culturalmente en otras regiones de Mesoamérica.
Con respecto al arte, los mixtecas no fueron grandes arquitectos ni escultores, sin embargo se distinguieron en el campo artesanal. Prueba de ello es su cerámica policromada, la riqueza de su orfebrería, el tallado en madera, hueso y jade y la pintura de los códices donde la maestría en la composición logró escenas de extraordinario dinamismo, sobre fondos de vivos colores que hacen resaltar distintas figuras y glifos.