Consumo

Se consumen bienes, como alimentos, casas y carros. El consumo de un corral para ganado o de las herramientas de la finca ocurre a medida que esos bienes se van desgastando con el tiempo, hasta cuando quedan prácticamente in servibles. Se consumen también servicios, como el agua y la luz para las instalaciones de la granja, y servicios de información, como qué producir y cómo hacerlo.

Al igual que la producción, el consumo podría describirse como una transformación de bienes y servicios en otros bienes. La palabra transformación debe tomarse en un sentido general, ya que puede consumirse un bien sin que exista desgaste o destrucción física.

Por ejemplo, un vestido puede consumirse por el cambio de la moda aunque su dueño jamás lo haya utilizado, los televisores en blanco y negro se consumen a medida que el progreso técnico impone la televisión de color. A este desgaste no físico se le conoce como obsolescencia.

A diferencia de la producción, poco importan en el consumo los posibles bienes resultantes de la transformación. Al comer manzanas resultan las cáscaras de manzana como bien transformado, este hecho es tan poco importante que puede aislarse al describirse el término (consumo).

Lo que sí debe considerarse importante es el hecho de que el consumo produce una satisfacción; se satisface una necesidad de naturaleza física o psíquica. De esta manera se puede definir el consumo como «una transformación de bienes y servicios en satisfacciones».

El principio de elección también se aplica al consumo. Los bienes y servicios transformados durante el proceso de consumo son susceptibles de emplearse de manera alterna; bien podrían utilizarse o destinarse a otros procesos de consumo o producción.

La energía eléctrica puede emplearse en la granja avícola para dar luz a la sala de la casa, pero también se aplica para iluminar los galpones. Al igual que el productor, el consumidor se enfrenta a una elección entre las diversas opciones que se le presentan.

Para comprender con más facilidad y de manera completa los patrones de consumo, se pueden analizar los hábitos de gasto de urna familia común y extender luego los resultados a toda la economía.

Si cualquier familia pudiera escoger entre varios niveles posibles y diferentes de ingresos, ¿cómo los dividiría entre ingresos y ahorros? De acuerdo con los estudios realizados por algunos economistas, y también de manera intuitiva, se ha establecido que una familia de ingresos elevados ahorra más que una de ingresos bajos.

Una familia cuyos Ingresos anuales son altos, dispondrá de algo para ahorrar, mientras que una de ingresos bajos puede necesitar algún préstamo para satisfacer sus necesidades anuales bá sicas.

Al proyectar estos casos individuales a todas las familias de la economía, es fácil suponer que cuando los Ingresos son más altos, es posible ahorrar más cantidad, fenómeno conocido como propensión media al ahorro. Siguiendo el mismo razonamiento, se puede observar que, de manera porcentual, se consume menos cuando los ingresos son más altos, fenómeno denominado propensión media al consumo.

El economista de la empresa agropecuaria puede preguntarse ¿cómo se pueden comparar los valores soportados por dos bienes o servicios diferentes? o ¿cómo se puede medir el valor? Al respecto, resulta complicado dar una respuesta satisfactoria. No existen criterios únicos que permitan afirmar que el valor del último tractor ad quirido para la finca es 100 veces superior al valor del jeep en el que el dueño de la misma finca se traslada al pueblo.

Ni siquiera existen razones tan convincentes que hagan creer que el valor de unas botas de obrero debe ser mayor que el de un pedazo de pan. Cualquier agricultor latinoamericano diría que1 Kg. de pan debería valer más que 1 Kg. de dulces. pues el pan es alimento de primera necesidad, mientras que los dulces son secundarios.

Pero resultaría casi imposible la actividad económica si no se midiera el valor de una u otra manera. Ahora bien, al no existir un criterio único para medir el valor, se puede deducir que su medida es puramente convencional. La sociedad es quien se encarga de imponer esos criterios por medio de su sistema de usos e instituciones vigentes denominado sistema de juicios de valor.

Cualquier país con un sistema de economía dirigida fija su sistema de juicios de valor para todos los bienes y servicios por medio de una unidad monetaria, llamada peso, bolívar, sucre, dólar, corona, peseta, marco, etc., que son patrones de medida del valor de los diversos bienes y servicios.

El peso será la unidad de cuenta de varios países latinoamericanos y a esa unidad de cuenta se refiere cada unidad física de un bien o servicio, por ejemplo, de la siguiente manera:

Pero resultaría casi imposible la actividad económica si no se midiera el valor de una u otra manera. Ahora bien, al no existir un criterio único para medir el valor, se puede deducir que su medida es puramente convencional.

La sociedad es quien se encarga de imponer esos criterios por medio de su sistema de usos e instituciones vigentes denominado sistema de juicios de valor.

Cualquier país con un sistema de economía dirigida fija su sistema de juicios de valor para todos los bienes y servicios por medio de una unidad monetaria, llamada peso, bolívar, sucre, dólar, corona, peseta, marco, etc., que son patrones de medida del valor de los diversos bienes y servicios.

El peso será la unidad de cuenta de varios países latinoamericanos y a esa unidad de cuenta se refiere cada unidad física de un bien o servicio, por ejemplo, de la siguiente manera:

Un tractor. $50’000.000
Un machete de 27 pulg.: $5.000
Un par de botas de caucho: $13.000
Un jornal de deshierba: $5.000
Un kilo de abono para cafeto $3.000
Un computador: $1’600.000

El valor asignado a cada bien o servicio no depende sólo de su clase sino también de la «circunstancia», entendida ésta de un modo más amplio al empleado en la introducción del capítulo cuando se explicaba su influencia sobre el valor.

Una tonelada de azúcar puede valer $3’000.000 ó $.5’000.000, según se quiera dedicar a la fabricación de dulces o a la exportación, lo cual significa que cuando varía el destino de un bien, también varia su valor. De esta manera, el productor agrícola puede pensar en dirigir su esfuerzo productivo hacia aquellos bienes y servicios considerados como de mayor utilidad social.

En efecto, es posible que no se coseche algodón mientras la semilla valga tres veces más que la de sorgo y el valor de la tonelada de algodón sea sólo una vez y media superior a la de sorgo.

En sociedades como las nuestras, caracterizadas por procesos de apertura y libertad de mercado, el sistema de juicios de valor es el de los precios del mercado. Cuando los bienes o la gran mayoría de ellos se cambian a entera libertad por sus dueños, se tiene un mercado libre.

La cosecha completa de arroz manifiesta un valor originado en razón de que es producto del trabajo humano. En general, las mercancías presentan diversidad de valores de uso y dicho valor se manifiesta actualmente en dinero y la expresión del valor en forma de dinero constituye el precio, esto es, el equivalente en dinero del tiempo de trabajo convertido en la cosecha que se quiere valorar.

Además de reconocer que los productos poseen el val or que les otorga el trabajo incorporado en ellos, lo cual equivale a decir que todo el valor de un producto agrícola es trabajo, el valor de los productos también está formado por dos elementos: capital constante y capital variable.

El capital constante es aquella parte que se incorpora a los productos en forma de medios de producción. Lo constituyen las instalaciones de la finca, los tractores, herramientas, semillas, fungicidas, los combustibles, etc. Durante el proceso de producción, los medios de producción trasladan en forma gradual su valor a las nuevas mercancías producidas.

Esa parte del valor transferido a los productos o mercancías es el capital constante. En el capítulo de contabilidad se verá que el capital constante se compone del activo fijo y el activo circulante.

Capital variable es aquella parte de capital que el empresario invierte al contratar fuerza de trabajo, lo cual quiere decir que el capital variable representa el salario de los trabajadores.

Fuente: Apuntes de Producción Agroindustrial de la Unideg