Las diferencias de género en relación al trabajo

Las sociedades masculinas definen los roles de género en forma tradicional y estereotipada, mientras que las sociedades femeninas tienen punto de vista más amplios sobre la gran variedad de roles que hombres y mujeres pueden desempeñar en el centro de trabajo y en el hogar.

Además, las sociedades masculinas valoran el comportamiento asertivo y la adquisición de riqueza; las culturas femeninas conceden gran valor a las relaciones interpersonales, la atención a los demás y el equilibrio entre la vida familiar y laboral.

Los países escandinavos son de cultura marcadamente femenina; Japón, de cultura marcadamente masculina, Estados Unidos de cultura moderadamente masculina. El equilibrio de las exigencias del trabajo y de la familia puede ser una tarea difícil.

El problema de la adaptación se puede ver agravado cuando ambos padres trabajan. Oakley calculaba que las madres con hijos jóvenes trabajaban un promedio de 77 hrs. A la semana en el hogar.

Si se añade un trabajo profesional a esa carga de trabajo, se pueden crear extraordinarias presiones sobre las mujeres y los hombres para que cumplan con su vida de trabajo y de familia.

Silberstein concluye que, la mayoría de las parejas que trabajan tienen un estilo de vida orientado al trabajo antes del nacimiento de los hijos. Sin embargo, una vez que hay niños, el sistema de ambos sufre un profundo cambio.

Las demandas pragmáticas de la vida del hogar aumentan rápidamente y no se pueden posponer, reprogramar o ignorar.

Tanto los hombres como las mujeres reconocen que la llegada de los niños crea el mayor conflicto entre el trabajo y la familia. Para la mayoría de los hombres y las mujeres, tener hijos significa estar menos horas en el trabajo.

Sin embargo, el alcance y el significado de este cambio son diferentes para los hombres y las mujeres. Karambayya y Reilly, por ejemplo, exponen que las mujeres adaptan más su trabajo a sus familias que los hombres.

La necesidad de adaptarse influiría en las mujeres sobre la elección de su trabajo (asegurándose un horario flexible) o en un lugar de trabajo adecuado. Sin embargo, muchas mujeres afirmaban que su ambiente de trabajo no estaba preparado o no podía acomodarse a las exigencias de la familia.

Además, algunas mujeres relataban reacciones hostiles de sus compañeros de trabajo a los embarazos. Por el contrario, los sentimientos de conflicto de los hombres entre la familia y el trabajo tienden a ser diferentes a los sentimientos de su pareja.

Esta diferencia entre ambos cónyuges provienen de la idea preconcebida de los hombres de que el trabajo es principalmente para los hombres y la familia para las mujeres.

Silberstein afirma que la diferencia entre esposas y esposos en el grado de adaptación de su trabajo a los hijos se ha convertido en un foco de atención matrimonial.

Las diferentes aportaciones al trabajo y a la familia es el tema recurrente en las discusiones y exige constantes renegociaciones. En un matrimonio cuyos cónyuges trabajan, ambos llegan a su propia definición de lo que necesitan para el éxito en el trabajo y el nivel de compromiso adecuado con la familia.

Por lo tanto, cada cónyuge discute desde su experiencia personal, sobre el equilibrio correcto entre el trabajo y la familia, mientras que en un matrimonio donde sólo trabaja uno, las esferas de la mujer y el marido son menos comparables.

Las parejas con trabajo a menudo mencionan una falta de control temporal sobre sus vidas. Parece que no existe suficiente tiempo para cumplir las obligaciones del trabajo y de la familia.

La creación de horarios para coordinar las actividades pueden facilitar las cosas, pero el cumplimiento de los horarios pueden ser una fuente de tensión en si mismos.

Otros temas relacionados con el tiempo se refieren a la falta del mismo para las actividades personales (como la diversión o el descanso) y las actividades sociales en grupo.

Las limitaciones temporales están también asociadas con la reformulación de actividades del rol en el matrimonio, como el reparto del trabajo doméstico.

La falta de tiempo contribuye a la decisión de la pareja para buscar servicios externos de apoyo, como el cuidado de los niños y la ayuda con las faenas domésticas.

Al examinar los costos y beneficios de los matrimonios que trabajan, Silberstein afirma que la mayoría de los matrimonios se benefician de la autosatisfacción que cada cónyuge obtiene de la realización de su trabajo.

Cada cónyuge experimenta una fuente independiente de autoestima y se benefician como pareja con los estímulos combinados de la vida laboral de cada uno.

Ambos cónyuges probablemente sienten que están contribuyendo de forma similar al bienestar del matrimonio. Sin embargo, el costo de que la pareja trabaje es también considerable, asociado a la mayoría de los sacrificios con pérdida de tiempo y energía.

En concreto, es probable que las parejas que trabajan guarden una mínima cantidad de tiempo y de energía para su propia relación, una vez que han atendido a las demandas del trabajo, de los niños y de los aspectos cotidianos de la vida doméstica.

Fuente: Apuntes de la materia Psicología del trabajo de la facultad de contaduría y administración, UNAM