Los automóviles y el consumismo

El automóvil también es un factor en el movimiento del consumismo. El consumidor ya no se preocupa sólo por la seguridad del automóvil como en los días de «Unsafe at Any Speed» de Ralph Nader, sino que ahora está plenamente consciente del peligro potencial que éste puede aportar al ambiente.

Las estadísticas indican que el automóvil produce el 60% de la contaminación total y llega al 90% en algunas ciudades. Algunos críticos de la industria automotriz arguyen que los programas de emisión de vapores de los autos son casi fraudulentos.

Engañan a los americanos al hacerlos pensar que algo se está haciendo cuando en realidad cada día es peor la contaminación que producen al aire los automóviles.

Representantes de la industria respondieron alegando que los efectos de los controles actuales apenas se empiezan a sentir, y que no se llegará a solución alguna, hasta que los viejos e incontrolados automóviles sean finalmente retirados de la circulación.

La industria ve a las utilidades como una meta necesaria para ella. El consumidor, por otra parte, cree que la industria puede aún lograr una utilidad adecuada y, al mismo tiempo, resolver el problema de la contaminación. Esta disparidad de formas de pensar tiende a crear un conflicto que a menudo ocasiona que el consumidor demande a los cuerpos legislativos mayores medidas de control.

Como ejemplo de lo anterior, el gobierno federal informó en 1970 a la industria automotriz que se debía establecer una limpieza continua de las emisiones, y el Administration’s Council of Environmental Quality fijó 1975 como fecha máxima en la que quería ver funcionando prototipos de dos alternativas, para el motor de combustión interna.

Con base en lo anterior, el Dr. DuBridge, Consejero de Ciencias del presidente Nixon, concluyó: «La contaminación ambiental causada por los automóviles se reducirá firmemente en los años venideros».

A pesar de todo, debido a que muchos consumidores no creyeron que se obtendrían buenos resultados con esa orden, se presionó al Senado y éste expidió una ley requiriendo un automóvil esencialmente libre de contaminantes, reglamentación que los representantes de la industria dicen que es tecnológicamente inalcanzable.

La importancia de esta presión del consumidor fue destacada por William Gosset, presidente anterior de la American Car Association, cuando dijo: «La creación de políticas y toma de decisiones de la industria privada que afectan a los consumidores está controlada a final de cuentas, de una forma u otra, por las presiones que formulan las políticas públicas y que inspiran decisiones públicas».

Al mismo tiempo, mientras que la industria también carezca de un alto grado de confianza con los consumidores, sus acciones pueden ser mal entendidas y mal interpretadas.

Para mejorar la relación consumidor-industria, la industria automotriz debe, por lo tanto, continuar trabajando no sólo con problemas de contaminación ambiental que ataquen al consumidor, sino también en algo no menos importante, que es extender la práctica de hacer más consciente al consumidor de las aportaciones tan positivas que la industria está haciendo.

Fuente: Apunte de la materia Psicología del Consumidor de la Unideg