El imperio del Gran Khan
Cuando formaba parte de una expedición comercial que costeaba el mar Negro, el padre de Marco, Nicolás Polo, noble y rico mercader veneciano, había penetrado en el interior, hacia el este, hasta llegar a Catay o China. Allí lo recibió cordialmente Kublai Khan, el emperador mongol, en cuya corte se quedó dos años. Luego, volvió a Venecia, portando cartas del gran Kublai Khan para el papa, en las que le rogaba que le enviara cuanto antes cien misioneros que tomaran a su cargo extender el cristianismo en su país.
Como pasaporte, el Khan entregó a Nicolás Polo una lámina de oro en la que ordenaba a sus súbditos lo obedecieran y ayudaran, y gracias a ella pudo llegar sin contratiempos a su destino. Cuando arribó a Venecia se encontró con que su esposa había muerto y con que su hijo Marco, nacido en 1254, era ya un joven bastante crecido. Después de una permanencia de dos daños volvió a partir en 1271 con destino a Catay. Lo acompañaban su hermano y su hijo Marco, entonces un adolescente de diecisiete años.
Los viajeros pasaron por Jerusalén, para recoger un poco de aceite de la lámpara del Santo Sepulcro, que Kublai Khan les había pedido, suponiendo que el mismo tendría virtudes maravillosas. Llevaban también un mensaje del papa, manifestando que no podía mandar cien misioneros, sino sólo dos, que se unieron a la expedición.
Después de permanecer algún tiempo allí, los Polo siguieron su viaje, pero esta vez hacia el norte, rumbo al mar Negro, donde volvieron a embarcarse y regresaron a Venecia, a cuya ciudad llegaron después de una ausencia de casi veinte años.
Llevaron a Venecia tantas riquezas bajo la forma de joyas y piedras preciosas y tantos relatos maravillosos, que sus compatriotas no habían visto ni oído nada semejante. Muchas de esas historias fueron puestas en duda, pero no la riqueza de los Polo, ya que el apodo popular de Marco llegó a ser Marco Millones«. Sus bienes le significaron una alta posición en Venecia. Con motivo de una guerra que estalló entre Génova y Venecia, en 1296, Marco armó por su cuenta una galera, cuyo mando le fue confiado, pero la flota veneciana fue derrotada, y Marco cayó prisionero.
Mientras se hallaba en poder de sus enemigos, Marco entretuvo sus ocios contando su historia a su compañero de celda Rusta Pisano, quien escribió un libro con las asombrosas aventuras del veneciano. Apenas los genoveses conocieron ese libro, en 1298, se apresuraron a poner en libertad a su ilustre prisionero, colmándole de honores y atenciones.
Cuando regresó a Venecia, halló a su padre casado de nuevo, y él decidió casarse también, viviendo feliz en su ciudad natal, hasta su muerte, que ocurrió en 1324.
Ese libro, titulado Viajes de Marco Polo, ha sido desde entonces uno de los más célebres del mundo. Marco habla estado en muchos lugares que ningún otro europeo había visto nunca antes ni llegaría a ver durante largos años; en realidad, en sitios a los que todavía van exploradores, porque aún no son bien conocidos. La mayoría de las personas que leyeron entonces su libro no quisieron creer cuanto allí se decía y no lo aceptaron hasta mucho después, cuando el mundo pudo comprobar que su relato era tan auténtico como sus riquezas.
El libro de Marco Polo tuvo algo, quizá mucho, que ver con el envío de exploradores por todos los mares del mundo, en la época de las grandes empresas de navegación, entre ellos Cristóbal Colón, cuyas aventuras debían abrir nuevas rutas marítimas y agrandar el mundo conocido, un par de siglos después de la muerte del Marco.
Fuente: Apunte de la materia de Comercialización de la UNIDEG.