Expresión escrita
Para afrontar un examen de desarrollo escrito sería conveniente pensar en las razones por las cuales un profesor elige esta modalidad de examen y no otra; es decir, ¿qué se espera que podamos poner de manifiesto en un examen de desarrollo escrito? Principalmente las siguientes capacidades:
- Memorización: conocimiento de lo significativo del tema o pregunta.
- Organización: diferenciación entre ideas principales y secundarias.
- Relación: conocimiento de conceptos inclusores y conceptos adyacentes.
- Expresión: manejo del lenguaje escrito.
Para expresar de modo adecuado estas capacidades ofrecemos las siguientes pautas a la hora de radactar un texto con claridad:
Cuidar los paréntesis y los entreguiones. Un paréntesis debe contener datos incidentales como acotación útil al texto (una fecha, un sitio), pero el paréntesis que excede las dos líneas, obliga a rehacer la frase, quizá partiéndola en dos. Recuerde que la frase principal debe conservar su significado gramatical tras el cierre del paréntesis, exactamente como si éste no hubiera existido.
Procurar un flujo natural para el desarrollo de su exposición para que no quede entrecortada o vacilante:
- No adelante lo que tendrá que decir después; a la repetición agregaría una posible frustración de la expectativa.
- No retroceda a reiterar lo que ya dijo. Si usted se repite, incurre en uno de dos errores posibles: o ha sido incorrecta la primera formulación, o presume (ofensivamente) que el lector no ha comprendido una formulación que era correcta.
Organizar el texto en párrafos cortos. En las ocho o nueve líneas se sitúa una barrera, no de claridad, sino de amenidad. Un texto compuesto con párrafos muy largos ofrece a la vista un panorama demasiado árido, demasiado compacto, demasiado oscuro. La multiplicación de párrafos cortos obliga a cuidar con esmero las transiciones de uno a otro. En otro caso, se perdería la unidad del texto, pieza básica de la claridad.
Mantener la unidad del texto, que se apoya en dos pilares: la coherencia temática —es decir, en la idea central que se desarrolla— y en la cohesión, que se manifiesta en: e lección de voz , elección del tiempo verbal y elección del tono del texto.
Preferir el estilo verbal al nominal. El término más importante de la oración es el verbo: el motor de la frase. La construcción verbal en voz activa da alas al texto, lo agiliza, facilita la rapidez de lectura. Por el contrario, la construcción nominal y la voz pasiva retardan la lectura y la dificultan.
Use verbos vigorosos. Se puede construir un texto muy extenso utilizando sólo los verbos ser, estar, tener y haber , pero el resultado carecerá de vigor, de fuerza, de atractivo y de precisión. Hay que buscar verbos precisos, fuertes, con capacidad para transmitir rápida y certeramente los significados.
Use un léxico sencillo y preciso. La buena redacción consiste, para la mayoría de nosotros, en usar palabras ordinarias para obtener buenos resultados. Las palabras abstractas o excesivamente técnicas constituyen, con frecuencia, una fuente de confusión e incluso de perplejidad; tienden a configurar discursos conceptuales difíciles de recordar.
Controle los gerundios. El abuso de gerundios produce lentitud y pesadez en el texto, tal como sucede en los escritos burocráticos. Recuerde que es un error usar el gerundio como:
- adjetivo: Es un parque con muchos árboles generando sombra.
- nexo: Entregó toda la información en su poder, constituyendo el casete la pieza clave.
- posterioridad: Se acostó en el pasto quedándose dormido enseguida.
Use con cuidado las citas. Hay que procurar que las citas sean breves, pocas y relevantes. Se debe cuidar además que engarcen con la voz narrativa del texto.
Escriba en positivo. La negación casi siempre complica la frase y hace más difícil la comprensión, sobre todo cuando hay más de una oración.
Fuente: Entrenamiento en competencias para el estudio autorregulado a distancia de la UNED, licencia Creative Commons License 2.5.