La comunicación en los grupos
Cuando se reúnen tres o más personas se deben acordar ciertas reglas entre los miembros del grupo, para que se pueda establecer la comunicación.
De nuevo encontramos que las personas desean que sus ideas y puntos de vista personales se escuchen y para que contribuyan a la conclusión final, cada miembro del grupo tendrá que aportar, y a veces sacrificar, algo de ello que nos ayuda a la interacción del grupo.
Los sentimientos positivos y de colaboración favorecen el progreso del grupo, mientras que los negativos imposibilitan dicho progreso. Es útil aprender a observar los siguientes aspectos:
1. ¿Quién habla? ¿De qué habla? ¿Cómo es su tono de voz y sus gesticulaciones? ¿Con qué frecuencia habla y por cuánto tiempo?
2. ¿Quién escucha? ¿Cómo lo hace? ¿Quién interrumpe a quién? ¿Quién resume? ¿Quién refuerza a quién? ¿Quién argumenta a quién?
Cómo mejorar nuestra comunicación en grupo?
Normalmente no nos atrevemos a contar un chiste cuando creemos que nuestra audiencia ya lo ha oído antes, pero en más de una oportunidad intentamos repetir ideas que ya el grupo conoce.
Lo podemos comprobar en una simple discusión de grupo cuando, por largos períodos, una misma persona expone su idea una y otra vez o cuando repite lo que otro ha dicho ya.
Tengamos presente las siguientes sugerencias:
1. No nos salgamos del tema central, tratemos de agregar algo nuevo que el grupo necesite y que refuerce alguna posición.
2. Cuando en nuestro trabajo nos cuenten algo en calidad de rumor o chisme, debemos tener cuidado de comprobar si es verdad en la fuente más digna de crédito, pues cuando en una información la cadena de intermediarios es demasiado larga, más deformación sufre el mensaje.
Debemos evitar ser un eslabón más en esa cadena de distorsión.
3. Cuando nos lleguen comunicaciones escritas, debemos leerlas y asimilarlas con todo cuidado y detalle. En caso de duda debemos confrontar el mensaje con la propia fuente.
Si soy yo quien escribe el mensaje para un grupo, debo valerme de personas cercanas para que revisen el contenido y la forma del mismo. Cuanto mayor sea su importancia, debo cerciorarme de que va a ser bien entendido.
Que no sea tan lacónico que se preste a múltiples interpretaciones, y que no abunde en repeticiones innecesarias y detalles que disminuyan la comprensión.
4. Cuando haya discusiones en grupo, procuremos evitar abundar en argumentos lógicos donde existan vencedores y vencidos, lo que no hará sino distanciar más a las personas; más bien busquemos plantear preguntas adecuadas que faciliten el diálogo y el acuerdo. Veamos tres técnicas que nos ayudarán mucho:
a) Preguntas francas y abiertas que requieren una opinión sincera, muestra interés por la opinión ajena, profundizan el diálogo, acercan a las personas, y facilitan el acuerdo; por ejemplo, “¿Cómo se siente al respecto?”, “¿Qué piensa de ello?”.
b) Preguntas que inciten a la reflexión con las cuales buscamos profundizar en el tema y ayuden al proceso de ponerse de acuerdo, como “Parece que tiene dudas acerca de la propuesta…”.
c) Preguntas directas con las que quiero precisar el acuerdo y profundizar en el tema, como “Usted dijo que le gustaría…”, “Entonces está de acuerdo con…”.
Fuente: Apuntes de la materia Psicología del trabajo de la facultad de contaduría y administración, UNAM