Las subculturas delegaciónales
El término subcultura se usa en la sociología, antropología y estudios culturales para definir a un grupo de gente con un conjunto distinto de comportamiento y creencias que les diferencia de la cultura mayor de la que forman parte.
La subcultura puede ser estética, política, sexual o una combinación de ellas.
Las subculturas se definen a menudo por su opción a los valores de la cultura mayor a la que pertenecen, aunque esta definición no es universalmente aceptada por los teóricos. Esta posición de relativismo cultural es reduccionista.
La cultura popular o no clásica, propiamente no es una subcultura sino es un instrumento de dominación.
Se manifiesta la subcultura en la gente joven –hasta los 40- por diferentes preferencias en el ocio, en el entretenimiento, en el significado de los símbolos casi como ideologías, en el uso de los medios sociales de comunicación y en el lenguaje.
En este mismo sentido se dice que las corporaciones, los pobres, las sectas y muchos más grupos o segmentos de la sociedad, con diferentes y numerosos componentes de la cultura simbólica o no material, usada para la interacción pueden ser observados y hasta estudiados como subcultura simbólicas.
La interrelación de los símbolos en las subculturas estructurales precisarán un enfoque sociológico, desde la perspectiva del interaccionismo simbólico.
De acuerdo con teóricos claves de las subculturas como Dick Hebdige, los miembros de una subcultura señalarán a menudo sus pertenencias a la misma mediante un uso distintivo y simbólico de estilo.
Por tanto, el estudio de una subcultura consiste con frecuencia en el estudio del simbolismo asociado a la ropa, la música y otras costumbres de sus miembros, y también de las formas en las que estos mismos símbolos son interpretados por miembros de la cultura dominante.
Si la cultura se caracteriza por una oposición sistemática a la cultura dominante, entonces puede ser descrita como una contracultura.
Todos los humanos en todas las culturas tienen que enfrentarse a una multitud de problemas de la vida. Todo indica, que sin embargo, distintas culturas inspiran, fomentan y destacan distintas maneras de encarar los problemas.
En la cultura mexicana el estilo de confrontación de problemas tiende a ser automidificativo o pasivo, es decir, cuando se presentan problemas que se tienen que resolver, el mexicano, tiende a modificarse a sí mismo para solucionarlos.
Para el mexicano, el aceptar y aún más resignarse ante los problemas no es sólo la mejor manera, sino la manera más virtuosa.
La abnegación en la madre, la obediencia de los hijos, el propio sacrificio en todo, la sumisión, la dependencia, las buenas maneras, la cortesía, el aguante, la “concha”.
Pueden ser considerados como virtudes socioculturales mexicanas o como formas realistas de confrontación o, al menos, como formas aprobadas socialmente de enfrentarse a los problemas de la vida.
En una cultura en la que tradicionalmente para todo se ponen dificultades y en donde la economía limita considerablemente las oportunidades, esta manera de enfrentarse, cuando menos, aminora la frustración y sus consecuencias para la salud mental.
Para los estadounidenses, el estilo de confrontación de problemas es activo. Para resolver los problemas no hay que modificarse a si mismo, sino al ambiente, a la sociedad o a otros.
Los estadounidenses hacen de esto una virtud y lo consideran la mejor forma de encarar la realidad. Para ellos, la vida se vive óptimamente en actividad constante.
He aquí una cultura en la que la propia estima decae si se está ocioso. Pero puesto que la forma óptima, la manera virtuosa, la manera recta, aun la manera justa en la interacción con los problemas y con otros es la de encarar problemas activamente, los estadounidenses necesariamente sufren mucho para encarar la muerte, la enfermedad crónica, la deformidad, la pobreza, la obesidad.
Posiblemente su tolerancia a la frustración sea mucho menor que la de los mexicanos, lo que los predispone al conflicto entre los individuos y al divorcio.
Fuente: Apuntes de la materia Psicología del trabajo de la facultad de contaduría y administración, UNAM