Los primeros grandes comerciantes del mundo

Las embarcaciones fenicias llevaban por las costas del Mediterráneo mercaderías de todas las naciones e ideas civilizadoras.

Los arameos,  fueron grandes comerciantes; su tráfico se hacía por tierra, entre ciudad y ciudad. Pero antes de que los arameos aparecieran en la historia, existió un pueblo también de grandes mercaderes, sólo que éstos se diferenciaban de aquéllos en que, considerando el mar más como un medio de comunicación que como elemento separador, hacían su comercio a bordo de sus ventrudas naves. Este pueblo era el de los fenicios, los mayores navegantes de la antigüedad.

Los fenicios, como otras tribus semitas, tuvieron su origen en la vida nómada que se hacía en el desierto de Arabia; luego, decidieron asentarse en ciudades y hacerse civilizados. Pero los fenicios se establecieron sobre la costa oriental del Mediterráneo, en una estrecha faja de terreno que se extiende entre dicho mar y los montes Líbano y Antilíbano, que cerraban el país a toda expansión territorial, empujándolo, en cambio, por la pendiente de sus montañas, hacia el mar.

La tierra era árida, y los montes cercanos proveían de abundante madera para construir barcos; sobre la costa había excelentes puertos naturales, donde los fenicios pudieron fundar sus ciudades. Las principales fueron Sidón, Tiro, Arad, Berito y Biblos.

El mar fue la vida para los fenicios. Sus naves eran casi redondas, con poca quilla, para no embarrancar en las costas. No eran veloces, porque su misión era de paz. Sus anclas eran de plata maciza. Al principio sólo llevaban mercaderías a Egipto y otros lugares próximos de la costa mediterránea. Pero pronto se volvieron audaces, y sus barcos llegaron a Creta, a Grecia, a Italia y a la costa septentrional de África. Pasaron el estrecho de Gibraltar y fundaron a Gadir, hoy Cádiz, en la costa atlántica del sur de España.

Pero hicieron aún más, llegaron a las Casitérides, o islas del estaño, que se supone son la moderna Inglaterra, mucho antes de que egipcios y babilonios se enteraran de la existencia de las Islas Británicas.

Es cierto que las antiguas ciudades fenicias tenían cada una su rey o jefe supremo; pero como éstos preferían el comercio a la guerra y las conquistas, no son famosos por sus hazañas bélicas, como Nabucodonosor de Babilonia o Thutmosis de Egipto. Un antiguo rey de Biblos, Ahitam, por ejemplo, es recordado porque fue el Hiram de la Biblia, amigo de David y Salomón, que ayudó en la construcción del gran templo de Jerusalén, y porque en su tumba había inscripciones muy valiosas que muestran el tipo de letras que usaron los primeros fenicios.

Los fenicios, desde luego, tuvieron que luchar repetidamente: contra Ramsés, contra Sargón o contra Sennaquerib; pero lo hicieron sólo para defender sus hogares; nunca para conquistar otras naciones. Prefirieron hacerse ricos mediante la compra y la venta, y no arrebatando los bienes de sus semejantes; fueron sabios, prudentes y humanos.

Fuente: Apunte de la materia de Comercialización de la UNIDEG.