Periodo porfirista en la época colonial
Los últimos 35 años que van de la insurrección de 1810 a la Revolución de 1910 abarcan una etapa de lento pero sostenido crecimiento.
Estos años presenciaron el desenvolvimiento de la producción agrícola comercial, tanto para los mercados nacionales como extranjeros; la desaparición gradual del artesano frente a la competencia de la fábrica; la creciente diversificación de las exportaciones y la importación de bienes de producción en proporciones cada vez mayores.
En dicho período la población creció a una tasa anual de 1.4%;la correspondiente tasa del producto nacional bruto fue aproximadamente de 2.7%.
Tres factores ayudan a explicar la transición del estancamiento al crecimiento.
– Primero, el surgimiento de la estabilidad política, ya que de 1876 a 1911 sólo Manuel González (1880-1884) y Porfirio Díaz (1876-1880;1884-1911) ocuparon la Presidencia. Con dicha estabilidad vino la pacificación y más tarde una paz relativa. La oposición fue aplacada según lo exigían las circunstancias.
– En segundo lugar, el país se vio inundado por la inversión extranjera, atraída por los recursos de México y por la seguridad de la paz porfiriana.
El tercer factor fue la inversión extranjera en los sistemas de transporte que Integró a la economía mexicana en un sentido tanto interno como externo. Se utilizó el ferrocarril para penetrar en el propio mercado nacional y en el extranjero.
Desde mucho antes de que el país lograra su independencia el sector rural ya estaba dominado por la hacienda.
Los rasgos característicos de la tenencia eran:
1. Grandes regiones bajo la propiedad de un solo dueño. Rara vez había haciendas de menos de mil hectáreas de superficie, y algunas lle gaban a cientos de miles.
2. Una relativa autosuficiencia. Las cosechas de la hacienda proporcionaban todos los alimentos necesarios y se hacían esfuerzos para producir todos los instrumentos, materiales de construcción y otros elementos de las operaciones agrícolas.
3. Fuerza de trabajo permanente. En el curso del siglo XIX los lazos entre el peón y la hacienda fueron llegando progresivamente a la forma de una esclavitud por deudas.
Con frecuencia la tienda de la hacienda, «tienda de raya», concedía crédito con el propósito evidente de atar al campesino a la hacienda, de modo que estuviera disponible durante los pocos meses en que se requería su trabajo.
Esta forma de peonaje predominaba en el norte del país, donde era escasa la mano de obra en comparación con el centro del país, donde estaba concentrada principalmente la población indígena. Posteriormente se llegó a emplear mano de obra forzada integrada por bandidos, criminales, indios yanquis conquistados y por levas.
4. Ausentismo de los propietarios. El hacendado pasaba poco tiempo en su propiedad; la mayor parte del tiempo residía en las principales ciudades del país o en Europa.
5. Administración cautelosa. Generalmente los hacendados preferían tener un ingreso pequeño pero que fuera seguro, sin tener que arriesgarse demasiado en incrementar la producción; de ahí la frase del siglo XIX «la hacienda no es negocio» que era repetida frecuentemente en los círculos de la élite social.
6. Métodos de producción anticuados. El ausentismo del propietario, la explotación de la mano de obra barata y subempleada y el anteponer el prestigio a la producción daban como resultado que se continuaran aplicando métodos primitivos de cultivo.
Se ha estimado que durante la época porfirista más de 800,000 ha. de tierras comunales fueron asignadas en forma privada, y que prácticame nte todas terminaron tarde o temprano en manos de las compañías deslindadoras o de latifundistas.
En 1883 Díaz agrega una nueva fuente de polarización, o sea un programa para la exploración, deslinde y colonización de las tierraspúblicas.
En diez años el 20% de la República había pasado a manos de las compañías deslindadoras. Mediante este programa un individuo reunió una hacienda de 5 millones de ha. en Baja California y otros estados del norte.
La Ley de 1883 cuando menos incluía el pretexto de la exploración con propósitos de colonización, y por lo tanto ofrecía algunas limitaciones (que no se aplicaban) acerca de cuáles las tierras podían ser objeto de apropiación y qué tan grandes podían ser las posesiones individuales.
En 1894 nuevas leyes suprimieron todas las limitaciones y fueron utilizadas abiertamente por el régimen de Díaz para recompensar a sus favoritos y así reforzar el poder del dictador sobre el país.
Las Leyes de Reforma, así como la posterior legislación de Díaz, se sumaron para ejercer un profundo efecto en la estructura de la tenencia de la tierra en México. Aproximadamente el 27% del área total de la República pasó de propiedad pú blica a privada, a cambio de $12 millones.
Para 1910 el 90% de los poblados indígenas de la meseta central no poseían ninguna tierra comunal. En Hidalgo quedaban pocos ejidos; ya no existían en Tlaxcala, ni en la región de Tehuantepec; en Morelos sólo Tepoztlán poseía todavía tierras comunales.
Cerca del 90% de las familias rurales mexicanas no poseían tierra; estaban vinculadas a las haciendas mediante el sistema de servidumbre por deudas. En ningún momento de la historia había habido tantos mexicanos sin tierra.
Existían más o menos 50 000 ranchos con una producción agropecuaria que muchos autores dicen que era de subsistencia. En el otro extremo se hallaban miles de haciendas, algunas de ellas con millones de hectáreas. Casi el 50 %de la población rural de México vivía en haciendas.
En conjunto las compañías deslindadoras y los hacendados poseían más de la mitad del territorio de la nación. Lo que ocurría en el México rural era la creciente concentración de la propiedad territorial y una baja producción percápita.
Entre 1877 y 1907 la producción agrícola total aumento en 21.3% . Esta tasa media anual de incremento del 0.7% era escasamente la mitad del aumento de la población.
En datos percápita, entre 1877 y 1910 la producción de maíz se redujo en 50%, la producción del fríjol se redujo en un 75%. En los años de 1890 y 1911 se tuvo que recurrir a la importación de grandes volúmenes de maíz y trigo; sin embargo, la mayoría de los mexicanos comían menos hacia el final del régimen de Díaz que en sus inicios.
Por todo lo anterior se produjo entre los campesinos un gran malestar económico, social y moral que los impulsó a rebelarse en contra del gobierno de Porfirio Díaz, dando origen a otra lucha entre hermanos, la Revolución Mexicana.
Fuente: Apuntes de Producción Agroindustrial de la Unideg