Teoría de la personalidad desde un enfoque conductual (conductismo)
Las teorías que hemos venido considerando tienen un tema en común: la personalidad es un algo. Sus estructuras y principios de funcionamiento pueden entenderse y manejarse.
Hemos sido introducidos hacia agentes psíquicos o variables de la personalidad, como características, necesidades, instintos, intenciones, disposiciones, id, ego, superego, etc., y a una variedad de factores dinámicos como los principios del placer y la realidad, el constructor de la jerarquía de necesidades, los principios de la tendencia a la autorrealización y la lucha por la superioridad.
En su mayor parte, estos constructores y postulados se derivaron de observaciones de la conducta en clínica, aunque Murray, Maslow y Allport utilizaron poblaciones normales.
Quienes afirman que la personalidad proviene del medio y la conducta, sostienen que cuando conocemos la naturaleza de la personalidad, estamos en mayor posición para relacionar la conducta con sus causas, porque las variables de la personalidad en sí mismas son las principales causas de la conducta.
Cuando Freud habla del id, en realidad se refiere a los instintos e impulsos básicos, característica fundamental de la personalidad.
Cuando Allport se refiere a rasgos centrales, da a entender que hay algo en el centro de la personalidad, de hecho dentro del sistema nervioso que realmente influye en la conducta. Las situaciones y conductas son interpretadas y dirigidas por la naturaleza de dichos rasgos o características.
Ahora, ¿qué hay de la tradición conductista? Parece que para muchos comenzó un nuevo día luminoso en psicología cuando al principio del desenvolvimiento de la psicología el estadounidense John B. Watson propulsó el conductismo, el cual es una nueva idea osada de que la psicología debe renunciar a la psique.
Este punto de vista se denominó método del “organismo vacío”, debido a que considera únicamente la conducta observable en relación con estímulos ambientales y no con los agentes inobservables de la personalidad.
Watson argumentó que podría obtener conocimiento confiable sobre la conducta animal y la humana al observar lo que hace al individuo en diferentes situaciones.
Si se introduce música en un ambiente laboral, podemos registrar fácilmente los cambios en la conducta sin tratar de determinar lo que sucede en la personalidad de los trabajadores.
Se puede medir estas variables tangibles como fundamentos de producción, cantidad de desperdicio, tiempo dedicado al almuerzo, registro de impuntualidad y ausentismo, y muchas otras conductas e indicadores de rendimiento.
Sería bastante difícil determinar si los trabajadores se sienten mejor o les agrada más su trabajo con la música, pero cualquiera puede observar los cambios en la conducta y sus rendimientos.
Fuente: Apuntes de la materia Psicología del trabajo de la facultad de contaduría y administración, UNAM