Teoría psicoanalítica
La teoría psicoanalítica de Freud acentúa en la naturaleza inconsciente de la personalidad, como resultado de los conflictos de la niñez, que se derivan de tres componentes de la personalidad: id, ego y superego.
El id (o la libido) controla las necesidades y exigencias más básicas del individuo, como el hambre, el sexo y el instinto de conservación.
El id, que es la fuente de todas las fuerzas innatas que rigen el comportamiento, opera bajo un principio, dirige el comportamiento para alcanzar el placer y evitar el dolor.
El id es por completo inconsciente, pues no tiene nexos con la realidad objetiva- por ejemplo, el comportamiento del bebé recién nacido se rige por el id.
El ego es el autoconcepto del individuo y es la manifestación de la realidad objetiva, a medida que interactúa con el mundo exterior.
El ego, como controlador del id, busca alcanzar los objetivos del id de una manera socialmente aceptable por ejemplo, en lugar de manifestar la necesidad básica de agresividad de forma antisocial, el individuo puede satisfacer parcialmente esta necesidad al comprar un poderoso automóvil deportivo.
El superego es la rienda que actúa sobre el id y funciona contra sus impulsos esta rienda no controla el id, sólo lo restringe al castigar el comportamiento inaceptable, a través de la creación de la culpa.
Igual que el id, el superego funciona de manera inconsciente y a menudo reprime al comportamiento, que de otro modo ocurriría al tener como base el id. El superego representa el ideal más que lo real, nos motiva a actuar de una manera apegada a lo moral.
De acuerdo con Freud, el ego controla las demandas conflictivas del id y del superego. La manera en que un niño maneja estos conflictos (en particular los conflictos sexuales) determina la personalidad del adulto.
Los conflictos que no se resuelven en la niñez se traducirán en mecanismos de defensa (estrategias que el ego utiliza para controlar ciertas circunstancias que afectan al individuo).
Fuente: Apunte de la materia Psicología del Consumidor de la Unideg